La crisis de la pandemia nos está demostrando, desde una perspectiva territorial, que una institucionalidad pública más descentralizada es más efectiva para enfrentar catástrofes. Por ejemplo, son los alcaldes las autoridades mejor evaluadas en la forma como se enfrentan los problemas sociales que genera el Covid – 19.
Esta evidencia hace aún más importante, no sólo la elección de gobernadores regionales, sino lo imprescindible de la instalación de capacidades y competencias en las regiones que le den viabilidad técnica al proceso de descentralización.
Un tema estratégico tiene que ver con, los niveles de inversión pública de decisión regional y las facultades precisas de los Gobiernos Regionales, que siguen siendo insuficientes, predominando la concentración económica y administrativa en niveles centrales. Lo anterior, se refleja en la distribución sectorial, definiciones presupuestarias y en la capacidad de gestión regional.
El Intendente es el eslabón principal del centralismo. No solo está a cargo del orden público, también es el jefe directo del servicio público “gobierno regional”, designa a los jefes de división y todo el personal operativo depende de él. Las decisiones del Consejo Regional, órgano autónomo electo por la ciudadanía, dependen de su actuar.
Elegir al gobernador regional es, ni más ni menos, que constituir un sujeto político autónomo a nivel intermedio.
La elección de los gobernadores regionales, el mismo día de los constituyentes, será todo un signo de los tiempos.
Ya no se podrá pensar en volver atrás. La profundización de la democracia chilena, el desarrollo equitativo y sustentable tendrá que hacerse con la participación de todos los ciudadanos en todos los territorios.
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