Han aparecido un sinnúmero de voces debatiendo sobre el proceso constituyente que tenemos ad portas, actores sociales que piden contemplar sí o sí una constitución paritaria.
Sin ser leguleya, ni dominar los conceptos que manejan constitucionalistas feministas, está claro que esa misma Constitución paritaria no puede, ni debe, restar a la diversidad de mujeres que habitan en los territorios, que escasamente están representadas o visibilizadas en los puestos de poder.
Felizmente hay abogadas feministas que están intentando hacer sus propuestas para no dejar fuera a esta gran diversidad.
Sin embargo, vemos acciones de las mismas organizaciones de mujeres que dejan fuera esta mirada amplia de la interseccionalidad. Incluso a través de mi cuenta de Twitter se me ha dicho que esto puede quedar para más adelante, que ahora veamos lo urgente, que es una estrategia de las feministas para lograr, aunque sea un poco - ¡un poco! -, la tan añorada inclusión en ese proceso de asamblea que construya una nueva constitución.
Mi respuesta es que este “pedido” de dejar para más adelante la inclusión de toda la diversidad de mujeres (lesbianas, trans, mujeres indígenas, afrodescendientes, mujeres con discapacidad, trabajadoras sexuales, migrantes), es peligroso.
Es peligroso porque podemos volver a caer en una Constitución levantada desde las elites políticas, elites que también se reflejan en el movimiento feminista donde mujeres blancas y heterosexuales dicen representar las diversas realidades de las mujeres del país.
Sería un profundo error que nos podría llevar a replicar en actos eso mismo que nos cansó, que nos hizo despertar y que queda demostrado en las movilizaciones sociales que no vamos a permitir de nuevo.
Nosotres, la gran diversidad y disidencia, también nos cansamos, nos cansamos de la eterna mirada heteronormativa de todo lo que tenga que ver con políticas de Estado, con políticas legislativas, en fin, con todo lo que intenta normar nuestra convivencia y nuestras formas de existir.
Los desplazados y las desplazadas del discurso “bonito” para quedar bien, hoy en día tenemos voz, no necesitamos que hablen por nosotras ni que nos digan que debemos esperar “un mejor momento”, porque el momento es ahora.
No olvidemos que el movimiento feminista tiene varias deudas y errores que cometió a lo largo de su historia con esta disidencia: la expulsión repetitiva en varios países de esa diversidad en décadas pasadas. No volvamos a repetirlo. No lo permitiremos.
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