La Mistral y los 50 años de la Reforma Agraria

Cuando Gabriela Mistral visitó por última vez el país en 1954 brindó un discurso en el Palacio de La Moneda agradeciendo al entonces presidente Carlos Ibáñez del Campo por impulsar la Reforma Agraria. En realidad sus palabras causaron sorpresa porque en Chile, a diferencia de México o los países europeos, no había ninguna reforma agraria en curso, sino que por el contrario, regía en la sociedad rural el latifundio con todas sus consecuencias sociales y económicas: tierras improductivas, relaciones jerárquicas, autoritarias y paternalistas entre los dueños de la tierra y campesinos empobrecidos.

¿Se había equivocado la gran poeta chilena que exhibía su premio Nobel de Literatura para orgullo de todos sus compatriotas, o estaba siendo extremadamente irónica en un gesto político en la cara de Ibáñez y ante un pueblo que se congregó masivamente para escucharla?

En realidad, conviene recordar hoy día cuando se conmemoran los 50 años de la promulgación de la ley de la Reforma Agraria bajo el gobierno del presidente Eduardo Frei Montalva, que Gabriela Mistral fue una verdadera precursora de la Reforma Agraria en Chile.

Publicado en 1928 (casi 40 años antes de la promulgación de la ley 16.640) en El Mercurio, su artículo “El agrarismo en Chile” sostenía…“Hace seis años yo mandé a Chile mi primer artículo sobre la reforma agraria en México. Desde entonces, y sin hacer artículos de especialidad que no sé escribir, he dicho cada vez que he podido, mi aborrecimiento de nuestro feudalismo rural, contando qué hombre completo - con suelo, con casa, con educación agrícola, con sensibilidad para la extensión verde - me he encontrado en mi camino, que no hago cantando como creen, sino mirando, hecha entera ojo para los míos”.

Mistral  levanta su voz contra el abandono del mundo rural por parte de los gobiernos chilenos de la primera mitad del siglo XX, enfocados en la vida urbana y en el desarrollo de las clases medias.

A su juicio este abandono, como un círculo vicioso, mantiene  sometido al abuso al campesino. “Semejante mansedumbre ha hecho concebir esperanzas excesivas a los terratenientes: ´si ellos no se mueven, a qué moverlos´, dicen. ´Han de estar contentos de vivir en el suelo prestado. Déjenlos tranquilos´. Yo he mirado siempre como cosa sobrenatural la paciencia campesina en la América”.

Para Gabriela Mistral es una gran noticia que “comienza a hablarse en Chile de la subdivisión de la propiedad agrícola, de una de las pocas cosas esenciales para que una democracia exista, se toque, como carne y huesos, eche sombra, ande y convenza de sí  misma”. Para ella, si Chile resulta capaz de finiquitar una reforma verdadera (con verdadera quiero decir de gran aliento y no miedosa, que sirva para cincuenta años y no para cinco) sin paseo rojo de carabinas a lo largo del país, el ejemplo saltará, en dos años, a los demás países de la América (…) que temen la reforma aunque reconocen su necesidad”.

Bajo el lema “La Tierra para el que la Trabaja”, en los gobiernos de Eduardo Frei y Salvador Allende, se puso término al feudalismo agrario expropiando más de 6,4 millones de hectáreas para cooperativas agrícolas o asentamientos campesinos.

Se puso así término a una herencia colonial que se extendió por 400 años. Lo que pasó después, con la entrada del capitalismo al campo, es otro asunto. 

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