La repetición inhibe la culpa

Los audios de Hermosilla reflotan lo que pretendían hundir con eufemismos y olvidos. Los nombres como el del exdirector de la PDI Sergio Muñoz, minera Dominga, casinos Enjoy o de Andrés Chadwick, otrora poderoso ministro del gobierno de Sebastián Piñera, son el inicio de una trenza donde la élite uniformada y civil se solaza con influencias espurias, espionaje, filtración, coimas, nepotismo, pagos de favores políticos y económicos.

La relevancia de filtrar información sensible es el desconocimiento de sus efectos o alcances en las manos incorrectas. Potencialmente, pueden incidir en la seguridad nacional o afectar los intereses económicos del país. Si esta transgresión es para evadir millones de dólares en multas, evitar el arraigo nacional o bien silenciar voces disonantes, son una posibilidad; también lo es evitar la cárcel, aumentar la inversión o quemar evidencias. Sin embargo, el daño está hecho y sus consecuencias imposibles de medir y reparar en tiempo real.

De la investigación

La investigación acuciosa de Ciper -equipo de periodistas que desveló los audios de Hermosilla- permite sacar a la luz lo que los medios tradicionales ocultan, sea por sus vínculos con los poderes económico y político, o bien por la impericia de instalar y cuestionar al poder.

El caso de la renuncia de Muñoz de la PDI tiene una lectura optimista, que es la acción desenfadada del Ministerio Público que, con arrojo, allana oficina y domicilio de una alta autoridad, acciones infrecuentes en casos que involucran a personeros públicos. Este suceso abre un camino que deja un precedente a la capacidad investigativa de la Fiscalía, no importando investiduras, vínculos o memoria post mortem de los hechores.

Múltiples alcances

Este hervidero nos permite amplificar que la corrupción tiene varias aristas. Primero, que la falta probidad no es una pura cuestión de apropiarse de capitales, privados o públicos, también es corrupción el debilitar la frágil confianza en las instituciones del Estado y con ella la fe pública que tanto se le exige a la ciudanía. Segundo, que estos actos de corrupción (de la voz latina corruptio y del verbo corromperé, que evocan daño y descomposición) que emanan en contra de la ciudadanía y sus protagonistas son la construcción artificial de personajes probos e idóneos.

La corrupción, así como un iceberg, no es solamente un acto individual que está por encima de la población, es un acto colectivo de una banda que usurpa la confianza ciudadana. Es posible que Muñoz, Hermosilla y Chadwick hayan actuado en solitario o que los tormentos de su deleznable proceder tuvieran cómplices de mensajes de WhatsApp, juniors, secretarias, colegas de armas y abogados con quien sublimar la culpa y compartir una minúscula parte del tesoro.

Materia prima

El entorno de ilegitimidad, o pérdida de confianza, debiera hacernos pensar en las siguientes preguntas: ¿Acaso la probidad es el estado antinatural de la especie humana? ¿Cómo es que cuesta tanto mantener la coherencia con la ciudadanía?

Estudios experimentales en psicología realizados en Alemania y España aseguran que los corruptos son seres narcisistas con baja autoestima, que saben con claridad absoluta los costos de la oportunidad, de la impunidad y los beneficios de sus prácticas, donde conciben el máximo de beneficios a costa del trabajo ajeno. Estos estudios admiten que estas prácticas no son una patología psiquiátrica y que estos individuos están en los límites de la razón.

El investigador Neil Garret (University College London, 2017), demuestra que un comportamiento deshonesto se agrava en la medida que se repite. También nos señala que la amígdala cerebral (porción del cerebro que se relaciona con el miedo y las emociones) es la responsable de activarse ante los actos morales dentro de una sociedad, pero que se adapta si la conducta no recibe sanción social. Entonces, la amígdala pierde el miedo y también culpa.

La experiencia comparada puede ser un buen ejemplo para corregir y sancionar nuestros malos hábitos. En los casos de Dinamarca, Finlandia o Nueva Zelanda, según Transparencia Internacional 2023, hay sobre el 80% de aprobación ciudadana a sus prácticas de anticorrupción. Organismos colegiados y universidades son actores que pueden hacer un buen destilado de los hombres y mujeres más capaces en la conducción de un país.

La designación de las autoridades públicas, jefes de las FF.AA., alcaldes u otros debe propender a los mejores servidores públicos. No obstante, hay que repensar la elección de altos cargos públicos por parte del Presidente de la República o de las consultas a parlamentarios y al sistema político, que solo elijen a sus propios bueyes como candidatos.

Ciertamente, estos sucesos son un balde de agua fría para el piñerismo y el silencio monolítico de sus seguidores, y dan cuenta de lo repetitivo de estas prácticas en la clase política. Sin embargo, el oficialismo, oposición, Ministerio Público, policías y ciudadanía no deben verse inhibidos en buscar la verdad y cerrar filas por un sistema judicial coherente en la aplicación de justicia.

La intolerancia debe ser absoluta y transversal ante los delincuentes -de palacios privados y públicos- que atentan en contra de la fe y la confianza ciudadana. Por tanto, es una condición natural que exijamos un Estado más fino, visionario y oportuno en post de proteger la paz social.

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