La última oportunidad de Piñera

Faltan muy pocos días para que el Gobierno ingrese al Congreso Nacional la ley más importante del año, aquélla que permite no sólo conocer cuáles serán las prioridades en materia de gastos, sino la que permite, además, saber cómo se ha desarrollado la ejecución presupuestaria y cuan eficientes han sido las respectivas autoridades. Rendición de cuentas.

El Presupuesto de la Nación es sin duda el proyecto que mayor atención concita en el país y en el Parlamento, pues se reparten los recursos de todos los chilenos y la tarea no es menor, más aún con la enorme desigualdad que golpea a diario a millones de familias.

Las cifras arrojadas por la encuesta Casen sitúan a Chile como uno de los países más desiguales, tanto a nivel de la OCDE como si se compara con economías similares.

Mientras en el promedio de los países OCDE, el 10% más rico gana 9 veces lo que gana el decil más pobre de la población, en nuestro país, el 10% más rico de la población gana 27 veces el sueldo del decil de menores ingresos.

Así las cosas y considerando que este será el último Presupuesto ejecutable de la administración Piñera, esperamos que el texto considere la variable equidad y que la distribución de los recursos se efectúe con sabiduría y justicia, sin letra chica ni falsas promesas. Es su última oportunidad.

Las novedades se esperan con expectativa especialmente en regiones, donde ya estamos habituados a observar a la distancia, cómo la mayoría de los recursos se quedan en la zona central y donde muchas de las legítimas demandas de nuestras comunas se postergan.

Así ocurrió, por ejemplo, con el mal llamado Plan Araucanía, del que nunca supimos nada más que el anuncio oficial, publicidad engañosa que aún nos tiene buscando en alguna partida pasada dónde se incluían los recursos de este compromiso que se esfumó entre tantas partidas.

Sabemos, pues así lo indican las cifras, que estamos enfrentando cierta vulnerabilidad fiscal, pero también es cierto que las reformas sociales pendientes ya no resisten más. Lo anterior implica una inteligente y asertiva distribución de los recursos y, obviamente, la suficiente honestidad con los chilenos y chilenas para no gastar millonarias cifras en campañas propagandísticas oficialistas que sirvan como plataformas electorales.Estaremos atentos y ello no contará con nuestra aprobación.

Las regiones ya no pueden esperar más, y por ello, el ajuste tributario reciamente aprobado era clave. Fue la oportunidad para haber establecido un nuevo pacto fiscal, donde aquéllos que ganan más pudieran efectivamente otorgar más; pero ello no ocurrió y, al menos por esa vía, lo recaudado será absolutamente insuficiente.

Este Presupuesto, por lo tanto, debe conciliar las demandas pendientes y la necesidad de establecer cierta cuota de igualdad y justicia a la hora de distribuir los recursos, y en esta decisión, las regiones NO pueden seguir siendo el último invitado a la fiesta, ni mucho menos quedar fuera de la mesa.

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