En Chile ya son miles las familias que están viviendo una situación crítica en medio de la pandemia. Los efectos sanitarios dieron paso rápidamente a una crisis económica sin precedentes, debido al alto número de cesantía y una reducción considerable de los ingresos de los hogares, no sólo en los sectores más vulnerables, sino también golpeando duramente a la clase media.
Los paquetes de medidas gubernamentales, si bien deben ser considerados como un aporte, han sido claramente insuficientes y no han llegado a todos. Aquí deberían concentrarse los esfuerzos y hacer más allá de los posible.
Pero, ante un escenario tan complejo es fácil caer en el populismo o las soluciones que parecen rápidas, efectivas y hasta de justicia, pero que a la larga no lo son.
Las encuestas indican que cerca del 70% de la población se inclina favorablemente por retirar el 10% de sus fondos acumulados en las AFPs, como una de las medidas más concretas para ayudar a las familias para salir de la crisis, lo que es empujado por sectores políticos que buscan el aplauso fácil sin medir las consecuencias.
Nadie le ha explicado a esos chilenos, que si llegara a concretarse dicha idea no todos pueden acceder al beneficio, sólo aquellos que hayan tenido cotizaciones efectivamente canceladas por sus empleadores.
Segundo y tal vez lo más relevante, el promedio que recibiría cada persona será de $310.000 aproximadamente, una cifra muy baja como para paliar por más de un mes todos los problemas generados por el covid-19. ¿Valdrá la pena?
Una pregunta que se debe hacer, considerando que el retiro implicará una rebaja en el monto de la pensión final que recibirá una vez que se jubile y no estamos hablando de un mes, sino del resto de su vida.
Pero no sólo eso. Si esta idea se concreta como una Ley de la República, las AFP deberán realizar los cálculos y ejecutar un cambio completo en el sistema, buscando la fórmula para entregar dichos recursos, ya que las aseguradoras no son bancos, por ende, no tiene dinero en efectivo ni cajas pagadoras. Esto sumado a los trámites respectivos, podría demorar entre dos a cuatro meses, dependiendo de los casos. Es decir, el pago no está disponible de inmediato.
Agregue además que para acceder al procedimiento, cada persona en forma individual y personal deberá acercarse a las sucursales de cada AFP, para gestionar el trámite, pues no será automático. Y seguramente, se aplicarán cobros y gastos adicionales en el proceso.
Y que decir de las rentas vitalicias que fueron calculadas en base al monto total de lo cotizado, claramente también podrían sufrir impactos al extraer parte de los fondos.
Además, qué pasa si después del debate por el retiro del 10%, mañana sea el 20% o el 50% y todo este proceso que parece tan fácil, pero donde nadie le explica los daños y perjuicios que sufre el trabajador, termine destruyendo el sistema, que si bien es cierto necesita mejoras y modificaciones urgentes, es lo único que actualmente le asegura una pensión.
En resumen, lo que nadie le dice a los chilenos sobre el retiro anticipado de las AFP, porque muchos están más preocupados del aplausómetro o conseguir algunos minutos en televisión, es que las personas recibirán pocos recursos, no de manera inmediata y sus pensiones bajarán aun más.
¿Cómo para pensarlo bien, o no?
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