Migración y Derechos Humanos

El debate de los últimos días en torno a la migración producto de la decisión de Chile de restarse de la firma del Pacto de Marrakech, ha puesto sobre la mesa una discusión valórica que - hasta ahora - no se había levantado con tanta fuerza porque parecía que nadie tenía dudas que hubiese dos miradas sobre ese tema en particular. Creíamos que como país teníamos un consenso. 

Pero esta semana se ha puesto en duda que migrar sea un derecho humano, pese a que el artículo 13 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, desde hace exactos 70 años, reconoce el derecho a la libre circulación al proclamar que “toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado” y que “toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso el propio, y a regresar a su país”. 

La comunidad internacional, de la cual Chile ha formado parte históricamente, decidió consagrar este principio. Y es ese valor el que ha guiado hasta ahora, pese a las falencias que tiene nuestra actual legislación, la política de Estado del país en materia de migración. 

Por ello somos recocidos como una nación de puertas abiertas y, por lo mismo, miles de personas, y de manera exponencial los últimos años, han visto a Chile como una opción para migrar y buscar mejores oportunidades, esas que no tuvieron en sus patrias de origen.  

Con orgullo podemos decir que la identidad nacional se ha construido gracias a quienes han nacido en el país, pero también producto de las distintas corrientes migratorias que esta tierra ha recibido a lo largo de su historia. Chile no sería el mismo si no fuera por esos extranjeros que eligieron a Chile como su segunda patria.

Así como ese más de un millón de connacionales que decidieron dejar este territorio para instalarse más allá de nuestras fronteras y que han ayudado a construir otras identidades nacionales. 

No solamente quienes han llegado al país han engrosado las cifras de migración, ese millón de chilenos que vive afuera también lo ha hecho en otras fronteras. La migración es un fenómeno global, Chile no es el único que la está experimentando. 

La migración es un derecho humano. No hay que cansarse de repetirlo, no puede transformarse en letra muerta escrita sobre una declaración que cumple 70 años.

La migración es una realidad con la que todos los países de puertas abiertas como ha sido siempre Chile deben convivir. Porque cuando uno reconoce una situación como real, lo lógico es enfrentarla. 

El camino está lejos de ser el aislamiento y el abandono del multilateralismo.

La ruta debe ir por el diálogo multisectorial, la construcción de consensos básicos, la necesaria y urgente modernización de la actual legislación y seguir participando del concierto internacional, suscribiendo pactos y tratados en la materia. 

Esa vía es, sin lugar a duda, la más coherente con la historia y tradición del país. 

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