Mujeres rurales en tiempos de crisis

Llevamos más de un mes de aislamiento, cuarentenas totales o voluntarias, cordones sanitarios y toque de queda. Hay muchas funciones que han debido seguir, a igual o mayor ritmo, por considerarse básicas o esenciales para el funcionamiento de nuestro país, las que han sido reconocidas y valoradas por la ciudadanía.

En esta columna quiero relevar un oficio que pareciera invisible, el trabajo del campo chileno, el que es empujado, en su mayoría, por mujeres, quienes son las encargadas de entregarnos el abastecimiento más necesario, la alimentación que proviene de la tierra. El sector rural se ha feminizado.

Los hombres estudian o trabajan en las ciudades donde las remuneraciones y oportunidades son mejores. Es la mujer rural, entonces, nuestra primera línea hoy.

El ministro de Agricultura Walker, en una reunión con FAO, a comienzos de mes, señaló que en Chile no habrá desabastecimiento ni alza de precios de los productos del agro y se irán adoptando las medidas necesarias para mantener la oportuna distribución de los alimentos, como también, medidas para la protección de la pequeña agricultura y la población campesina.

Quienes viven en el campo, se encuentran más alejados de las grandes ciudades. Sin embargo, tienen miedo e incertidumbre respecto de que el Coronavirus llegue a sus localidades porque cuentan con menos servicios, menos información, la atención médica es escasa, la población infantil es mayor, así como también, los adultos mayores, y son ellas, las mujeres rurales, las que cumplen hasta una triple jornada laboral, entre las tareas de cuidados de otros, quehaceres domésticos y las muchas ocupaciones del trabajo agrícola, ya sea en sus huertas familiares como en la comercialización de los productos que cultivan.

Pese a que las mujeres rurales enfrentan mayores dificultades para desarrollarse y avanzar, (en un 58% no han terminado la educación media) en PRODEMU desde 1992 apoyamos al año a 4.400 mujeres de los campos de todo Chile, entregándoles en un programa de tres años de duración, recursos financieros, herramientas y formación personal para iniciar un emprendimiento rural asociativo.

Hoy, a falta de ferias y lugares para vender, estas mujeres se están reconvirtiendo para poder salir adelante. Muchas han comenzado a hacer reparto a domicilio, a difundir sus productos a través de redes sociales, utilizando transferencias electrónicas, lo que les ha significado ir rompiendo una de las barreras más grandes que tienen las mujeres, la brecha digital.

Los procesos de empoderamiento de estas mujeres, acompañadas por PRODEMU, sumado al aprendizaje de técnicas de manejo, gestión y trabajo en equipo, logran generar un aumento en su auto percepción y autoestima, lo que en estos momentos de crisis, es una tremenda ventaja.

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