Murió para vivir, desafíos democráticos

Coescrita con Hernán García Moresco, licenciado en Educación en Matemática y Computación, diplomado en Big Data y diplomado en Ciencias Políticas y Administración Pública

Hace unos días se "presentó-lanzó" en el Teatro Camilo Henríquez el libro "A 50 años Allende. Murió para vivir", cuya autoría es de Camilo Escalona Medina, actual secretario general del Partido Socialista de Chile. Él es un "ex de varias funciones" públicas partidarias, representativas y políticas en general. Testigo privilegiado del proceso político pre-golpe (aunque muy joven), de la dictadura civil-militar (dentro y fuera del país), proceso de transición y actuales coyunturas constitucionales en las que se encuentra el país.

El vertiginoso relato, sin pausa que propone el autor, entrega una línea de tiempo donde hilvana su experiencia política en cuanto actor y reflexión del periodo en diferenciados "momentos-ciclos" que lo permitieron. Un eje ineludible y principal del libro es situar al Presidente Salvador Allende Gossens en un sitial democrático inapelable versus todos aquellos juicios y opiniones que vienen desde diversos sectores políticos claramente antagónicos, que lo tildaron de no democrático, sin perjuicio de todas las credenciales republicanas que lo particularizaron en tiempo y espacio.

El autor se da maña para afirmar que el exPresidente, antes que todo, fue una persona humana con virtudes y defectos, como cualquiera. Sin embargo, lo que releva en su relato y discernimiento es la trascendencia política, social e ideológica que instala en la cultura política general del país y de la izquierda chilena en particular (validada internacionalmente, además). Su trágica partida, es la que sella y proyecta dicha afirmación. La que, además, implica consecuencia política-moral-ética. Además, el autor indica en su relato que el Presidente Allende siempre afirmó que estaría hasta el final cumpliendo el mandato popular... y lo cumplió.

Es ese dato, la trágica partida que lo particulariza, no porque fue trágica en sí misma (que lo fue), sino porque es cuál algoritmo (lenguaje actual) un propulsor de defensa y recuperación de la institucionalidad democrática. Ese sello supera al mito, provenga de dónde provenga, colocándolo en un sitial que lo exime de varias interpretaciones (artilugios para alguna/os), máxime en un sistema democrático como el actual, convirtiéndose en una iconografía aglutinadora respecto de la defensa de la democracia, la tolerancia, el pluralismo y la adecuada valoración de la nación chilena y del mundo democrático, como indica el autor.

Suma otro eje relevante, referido a la importancia del PS de Chile, no necesariamente (aunque lo hace) por su trayectoria desde el año 1933 en que se funda en unidad, ni tampoco por su importancia en la articulación de la coalición de gobierno de la Unidad Popular, sino que en otros hechos que forman parte de la historia del país como fue:

a.- La autocrítica del año 1974 (marzo)
b.- La trágica persecución y desaparición de dirigentes del partido post golpe civil-militar (Carlos Lorca, Exequiel Ponce y Ricardo Lagos)
c.- La fractura partidaria del año 1979
d.- La reunificación del PS de Chile el año 1989 (en el marco del triunfo del NO en octubre 1988 y su proyección democrática), impidiendo la extensión de la dictadura civil-militar, preparándose para enfrentar la primera campaña electoral presidencial liderada por Patricio Aylwin Azocar, proyectando gobernabilidad y, a la postre, la recuperación de la democracia.

En definitiva, se podría colegir que el autor reivindica el rol e importancia de la política y la democracia, ejemplificado en el PS de Chile, a partir de los hechos que explican la historia nacional (del periodo), cuyo rol territorial (geográfico), a propósito de la representación de lo popular, de la trabajadora/or, estudiante(otra/os) y fortalecimiento democrático del sistema político-país, darían cuenta de ello, pero, en UNIDAD.

En este sentido, indica que siendo respetuoso de los procesos políticos involucrados, siempre complejos, con flujos y reflujos, con dialéctica intensa en oportunidades, fue poner en el centro, el valor de lo COLECTIVO, siendo la UNIDAD del partido, la que apuró el tranco para la recuperación de la democracia, en el proceso del año 1989, 'definitoria base' para acometer todo el desafío de proyectar un nuevo ciclo de país, asumiendo la responsabilidad -junto a otros- de conducción en los gobiernos de la Concertación.

Se colige de ese planteamiento algo similar para la Nueva Mayoría y el actual gobierno. La UNIDAD, en diversidad del PS de Chile, fue y es el mejor capital que tiene para ofrecerle a Chile, indicará. Los ejemplos de no acuerdos, recuerdan derrotas tras derrotas. Prueba de ello es la convicción democrática que se refleja el 21 de diciembre de 2021, cuando el presidente partidario del momento llama a votar "sin negociaciones por Gabriel Boric en segunda vuelta tras derrota de Yasna Provoste".

Otro eje que destaca el autor es la importancia de la Democracia Cristiana, en cuanto centro político estratégico en el sistema político nacional y en los acuerdos fundamentales para dar gobernabilidad democrática al país antes de la asunción del Presidente Allende a la primera magistratura, tras la votación en el Congreso del acuerdo sobre el Estatuto de Garantías Democráticas (no olvida el asesinato del general René Schneider posterior a la elección del 4 de septiembre de 1970 y antes de la votación de ratificación en el Congreso). En este eje también releva su rol en plena dictadura civil-militar, vía Eduardo Frei Montalva en su ya emblemático discurso en el Teatro Caupolicán, solicitando una asamblea constituyente para el logro de una nueva Constitución, mientras la dictadura preparaba la suya.

Finalmente, en esta línea visibiliza desde lo estratégico la definición por recuperar la democracia tras la evidencia de la vulneración de los derechos humanos en el país. Resalta en contradicción la trascendencia de la DC en la promoción y acompañamiento del acuerdo que declaró inconstitucional el gobierno de la Unidad Popular en la corporación de diputados (pivote para lo que significó el golpe de Estado e instalación de la dictadura civil-militar), sin dejar pasar el asesinato de Edmundo Pérez Zujovic, último ministro del Interior del gobierno de Eduardo Frei Montalva.

Pero lo más importante respecto de la DC es que tuvo/tiene para el logro de la gobernabilidad democrática presencia política y mirada de país (sin perjuicio de la fragmentación en la que se encuentra por estos días con Amarillos y Demócratas). Hecho que no es desdeñable más allá de cualquier consideración. Es una evidencia que cuando la DC o, centro político del país, se encontraba definido por avanzar en la recuperación de la democracia, la balanza se inclinó determinantemente en favor de las fuerzas políticas que fueron perseguidas por la dictadura. Eso sí, lamenta el autor, la tardanza con que concurre a aquello respecto de hacerlo en unidad con el resto de las fuerzas opositoras a la dictadura, pero le entrega racionalidad al hecho, en el entendido que la complejidad del proceso político no permitió que fuese con más celeridad (algo similar indica respecto de la unidad del PS de Chile).

En el presente, el Presidente Allende vive en calles de todo el mundo en homenajes a su figura, en la cultura, la literatura y en la historia. Su figura se acrecienta, lo que conmueve a sus adversarios de ayer y hoy, pues resulta que negar el merecido reconocimiento, implica auto juzgar y reconocer los errores y horrores de la dictadura. Más aún cuando por estos días y a propósito de los 50 años del golpe de Estado, se han desclasificado documentos que prueban la injerencia del gobierno estadounidense en los hechos ocurridos en Chile desde septiembre del '73 (otra vez). No fue casual, no fue solo un golpe militar (es otro eje del libro expuesto, en el que no profundizaremos en esta oportunidad).

Hoy, una nueva generación de política/os ha emergido, sustentada/os en la trayectoria de otra/os, donde el tiempo ha ido demostrando que toda/os somos necesarios y que no existe ni superioridad moral, ni quienes deben dejar de aprender, pues nos necesitamos como parte de un gran colectivo que reconoce en Allende valores, aprendizajes, consecuencia e historia.

Leemos que hay otros ejes importantes, sin embargo, estos tres interrelacionados de manera sincrónica o asincrónica, mediados por la vulneración de derechos humanos, son los que permiten una interpretación compleja del proceso político de la época, que es de donde emerge la figura de Allende, en esta idea contradictoria que releva y determina el decurso de la vida política de Chile del presente y futuro, esto es, tal como señala, el autor: "Allende, murió para vivir...."

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