Nuestra Constitución, la de la democracia

Carlos Silva
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¿Qué decir de un día histórico?, Ya muchos han dicho lo relevante que ha sido esta jornada. Nunca en nuestra historia republicana habíamos tenido la oportunidad de manifestar nuestra voluntad de tener una nueva Constitución o si quiera aprobarla seriamente.

Este 25 de octubre estará en todos los libros de historia de las próximas generaciones. Lo que hace especial este día, no es sólo el hecho de mostrar de forma, absolutamente mayoritaria, que deseamos tener una nueva Carta Fundamental, sino que, además, en las especiales circunstancias que nos vemos enfrentado, producto de una pandemia jamás conocida.

Al igual que esta forma de elegir darnos una nueva estructura jurídica. Esta enfermedad, se ha llevado a muchos de los nuestros y aun así un porcentaje altísimo de ciudadanos de este país, tanto de chilenos como de extranjeros, con derecho a voto, hemos decidido.

Primero, concurrir a ejercer nuestro derecho y con ello cumplir con nuestros anhelos, y segundo dejar atrás el legado que implica tener un texto constitucional nacido, diseñado y sustentado en el dolor de miles de víctimas, de familias de sufrieron los salvajes ajustes del modelo neoliberal que se importó y se nos impuso en la década de los 80 del siglo pasado.

Mención aparte, requiere el hecho de que este proceso democrático se gesta en el descontento popular, que, sin perjuicio de haber sido calificado como criminal, nos permite el día de hoy el que es probablemente el mayor acto de soberanía popular que ha tenido nuestra larga y angosta faja de tierra.

Ahora nos espera un proceso que será más complejo, con mayores cargas y responsabilidades.

Decidir quiénes redactaran nuestra ley fundamental, tiene que ser un proceso que pensamos debe dejar a todos los que habitamos nuestro país con la tranquilidad de estar representados y no repetir los errores y horrores que nos acompañan desde hace ya varios lustros.

Este proceso nos fortalece como país, nos da esperanza, nos hace sentir que el voto, el derecho a voz y el derecho a manifestarnos tienen un correlato en la posibilidad de influir en el andamiaje político y administrativo de nuestro terruño.

Este proceso que se inicia, será un camino largo y algunas veces de seguro complejo. Es bastante probable que al final del mismo, ninguno sienta que ha sido el vencedor absoluto, ni que todas sus ideas han estado representadas en el texto que deberemos aprobar en un plebiscito de salida y eso es lo que hace que el resultado de hoy sea más valorable.

Tendremos, al fin, una Constitución que decidiremos entre todas y todos, que esperemos además de la paridad de género, tenga representación de nuestros pueblos originarios y de quienes conscientemente eligieron vivir en Chile. Claramente tenemos motivos para estar felices por Chile y su destino.     

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