Nueva Constitución, la Plaza Italia nos espera

De un tiempo a esta parte, hemos tenido la oportunidad de ser protagonistas de un proceso que busca construir un Chile más democrático a través de una nueva Constitución, principalmente a través de los encuentros locales que han dado el puntapie inicial al proceso constituyente. Un desafío a la altura de una generación que sale en búsqueda del arco contrario, es decir, una generación con mentalidad ganadora.

En paralelo hemos sido testigos de cómo los mismos de siempre, la elite, ha intentado, a través de las más diversas formas, menoscabar el proceso, porque el horizonte es solo uno no cambiar la constitución. Actúan como equipo ratón, protegiendo su arco y apostando al empate.

En el fondo tienen miedo y el miedo paraliza, al punto de “colgarse del arco”, estrategia propia de quienes nada quieren cambiar. Desde esta posición juegan a la defensiva y al pelotazo, resguardando la desigualdad y su orden político, quizás añorando el pasado, en el cual jugaban solos pudiendo estructurar y pensar, (guiados por su capitán general y su Kronjurist o jugador estrella del equipo),  la constitución de 1980. 

Si nos retrotraemos en la historia, podemos observar con facilidad que nunca hemos tenido la oportunidad de poder participar y conversar, de forma sincera, franca e independiente de nuestras posturas, respecto al país que queremos construir.

En 1833 la Constitución  fue hecha por un grupo de “nobles ciudadanos” y de espíritu Portaliano. Las primeras décadas del siglo XX, marcadas por las luchas sociales de los trabajadores, los estudiantes, y las mujeres (las que ni siquiera tenían derecho a voto), ven nacer la Constitución de 1925, redactada por el ministro José Daza con el apoyo, nuevamente de algunos “nobles ciudadanos”.

Transitando por el siglo XX, sus conflictos y dinámicas, llegamos a la Constitución de 1980. Encargada por la dictadura cívico-militar nuevamente a un grupo de NO tan nobles ciudadanos, enmarcados en la comisión Ortúzar, pero capitaneados por Jaime Guzmán (el Kronjurist), dándole sustento jurídico y generando un rayado de cancha a gusto del entrenador.

Dejando atrás la sangre, sombras y cocinas de nuestra historia reciente, Chile ha cambiado, la ciudadanía exige participar y merece ser escuchada y protagonizar un partido que es de todas y todos.

No cabe duda alguna que la participación ciudadana modifica los límites de lo posible, empuja las transformaciones y pavimenta el futuro. En estos últimos años hemos conquistado cambios significativos, tan anhelados por nuestra sociedad, como el necesario cambio al sistema binominal, el acuerdo de unión civil y el restablecimiento de  la educación como un derecho social, entre muchos otros más; ahora estamos prontos a discutir sobre matrimonio igualitario, avanzar en mayor cobertura de la gratuidad, trabajamos por tener una reforma laboral tan necesaria, como urgente; todos anhelos que el statu-quo, y sus defensores nos negaron sistemáticamente y durante tanto tiempo. 

Ha sido posible ver en los ojos de todos quienes salen de este partido la satisfacción por poder haber estado en cancha. De seguro no ha sido el partido perfecto, quizás muchos querían ser protagonistas y llenar de goles el arco contrario, pero, sin embargo,al escuchar sus reflexiones tras el partido, se escucha claro, qué bueno y necesario es que todos juguemos en esta cancha, sinceremos posiciones y busquemos el diálogo reflexivo para seguir viviendo juntos.

Sin embargo, este proceso no termina con esta fase, se nos aprontan los Cabildos provinciales y regionales, los que requerirán más y mayores esfuerzos para oír a quienes se manifiestan, todos con  diferentes opiniones, pero todos con la voluntad necesaria para alcanzar puntos comunes.

No ha sido, ni será, un proceso color de rosa.El fin de semana recién pasado, la pelota casi entra en nuestro arco por un error defensivo, cursó el trascendido de que las actas de los encuentros locales no serían tomadas en cuenta. Parecía que  se repetía la historia, jugamos como nunca y perdimos como siempre. Pero esta vez salimos jugando, desde nuestra propia área: las actas serán parte de las bases ciudadanas y el proceso continúa.

Todo ha sido solo un susto, podemos estar tranquilos y seguir trabajando en equipo, empujando hacia adelante, aún queda mucho partido, aún queda mucho en juego.

Somos parte de  la generación que lo único que ha perdido es el miedo, la que junto al resto del país vio a Chile campeón de América. Pero el camino que se nos abre requiere redoblar nuestros esfuerzos, dialogando activamente unos con otros, donde todos y todas somos piezas fundamentales para seguir avanzando, dejando atrás a quienes se niegan a las transformaciones, a  los defensores, (y cómplices activos), del legado de la dictadura.

Cada generación tiene su propia épica e historia, pero cuando el desafío es cambiar Chile los necesitamos a todas y todos, sin exclusión.

Juntos saldremos a escribir la historia, una Constitución para un nuevo Chile. La plaza Italia y un tercer tiempo nos esperan.

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