Los tiempos que vienen serán para construir con determinación una coalición de centroizquierda, seguramente una versión II de la Nueva Mayoría.
¿Cuáles tienen que ser sus nuevos atributos?
Primero que nada, dotada de una probidad a toda prueba. Po consiguiente, tenemos que lograr con valentía y decisión que quienes hicieron de las malas prácticas una conducta sistemática, abandonen nuestros partidos y la política definitivamente.
Desarmemos ya las redes de intereses que han secuestrado a nuestros partidos, minimizando su correcta institucionalidad. A la vez, robustezcamos los controles legales y establezcamos los propios para controlar los riesgos de corrupción y concentración del poder político y económico en nuestro mundo.
Doble tarea, porque tendremos que recuperar al votante de centro-izquierda e izquierda que se abstuvo, decepcionado por la corrupción y también por la mala gestión política de estas asociaciones de intereses que han controlado, de una manera a veces determinante, el accionar de Gobierno y del Congreso.
Al mismo tiempo, tendremos que desatar una profunda transformación democratizadora en nuestra coalición.
Nunca más designar candidatos y candidatas de elección popular sin primarias abiertas, legales y vinculantes.
Nunca más elecciones indirectas en la conformación de los organismos decisorios como el Consejo Nacional del PDC. Digamos adiós a las “máquinas” y empoderemos al voto de cada militante.
Nunca más “centralismo democrático” en el PC. Ese concepto es decimonónico y anti-democrático.
Limpiar y democratizar son entonces las tareas ineludibles e impostergables si queremos transformar nuestro país, considerando especialmente que nuestra propuesta histórica, a pesar de todos estos errores, sigue siendo acogida por la voluntad popular.
De hecho, los resultados electorales de las Municipales del 23 de octubre reafirman la tendencia histórica del electorado chileno de respaldar a la centroizquierda, representada claramente esta vez por la Nueva Mayoría, integrada por el Partido Demócrata Cristiano, el Partido Socialista, el Partido por la Democracia, el Partido Radical Social Demócrata y el Partido Comunista.
Esta tendencia ha tenido sólo tres excepciones en los últimos 80 años, aparte del paréntesis dictatorial: la elección del populista Carlos Ibáñez en 1952, del independiente de derecha Jorge Alessandri en 1958 y del RN Sebastián Piñera en 2008.
Mucho menos que las 10 elecciones presidenciales que han elegido a Pedro Aguirre Cerda, Juan Antonio Ríos, Gabriel González, Eduardo Frei Montalva, Salvador Allende, Patricio Aylwin, Eduardo Frei RT, Ricardo Lagos y Michelle Bachelet (2 veces), todos con programas de transformaciones y/o en coaliciones de centroizquierda.
La proyección política de los recientes comicios administrativos se puede extraer sólo de los resultados nacionales de Concejales.
El resultado fue claro. La NM obtuvo 1208 concejales y la derecha 986 y en votos la NM llegó a 2.140.233 votos y la derecha obtuvo 1.533.328 votos, es decir la NM ganó por 606.905 votos. En cuanto a los partidos, los que constituyen la NM captaron el 45,19 % y la derecha (incluyendo al PRI) un 36,15%.
Abramos entonces la temporada limpiadora y democratizadora para que las próximas elecciones políticas, parlamentarias de nuevo cuño y presidenciales, nos encuentren en plena relación dialógica con el electorado, diseñando conjuntamente un futuro de justicia y equidad.
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