Ossandón y los camaleones

En 2013, un grupo de amigos quería votar por Laurence Golborne como senador por Santiago Oriente, pero finalmente lo hicieron por José Manuel Ossandón por ser muy claro en su posición pro-vida y contraria al aborto. “Será medio arrebatado, pero sabemos que es un hombre que cumple su palabra”. Eso decían.

Luego, 2016, fue un año movido para Ossandón. Quería ir de precandidato presidencial a toda costa y lo logró. Para ello renunció a Renovación Nacional, su casa política por 30 años, porque sabía que no era el favorito del sector y se quedaría debajo de las primarias.

Lo curioso es que en ese tiempo él decía que “RN no tiene la fuerza suficiente para imponer ningún criterio en Chile Vamos” (que no se le olvide esa frase). Y así se intensificaron las pesadeces, tanto hacia su sector como a Sebastián Piñera. Pero siempre fue claro en señalar que en caso de que fuera el ex presidente el que triunfara en las elecciones primarias de la oposición, él apoyaría su candidatura. "A pesar de todos los problemas que tiene, el proyecto que está planteando el ex Presidente Piñera es mucho mejor que el que presenta Guillier. O sea, el mal menor, para mí, es Piñera", afirmó.

¿Y qué ocurrió? Sebastián Piñera arrasó en las elecciones del sector, y Felipe Kast reconoció el triunfo y apoyo al ganador. No ocurrió lo mismo con Ossandón, su palabra cambió.

Ha sido claro en decir que “yo creo que la fórmula es hacerme a un lado y trabajar con los parlamentarios que me lo pidan y compartan mis ideas”. Si se fija, la cuña es bien distinta a la que expresó antes de las primarias. Aquí no hay un apoyo, como sí se acordó en un pacto de caballeros, aquí hay un “no cuenten conmigo” “voy a hacer lo que yo quiera”. ¿Qué pasa si un periodista le pregunta por quién va a votar en las presidenciales?

¿Contestará que el voto es secreto?

¿Qué lo está evaluando?

¿Que votará nulo? ¿Qué no irá a votar? En realidad se puede esperar cualquier respuesta.

¿Se logra buena política con estos comportamientos? Claramente Ossandón no se ha portado a la altura. Ha hecho lo que ha querido y nadie le ha puesto atajo. Claramente, si  Piñera sale Presidente, va a tener a un opositor poderoso dentro de sus filas.

Entonces, ¿porqué no han llovido las críticas hacia él? Fácil, él planeo un juego bien habiloso, dejó su partido para probar su fuerza (siempre supo que no le iba a ganar a Piñera), pero obtuvo la contundente cifra de 360 mil votos (más que todo el Frente Amplio).

Este claramente fue un recado para Piñera y ChileVamos, sector que entendió que el senador tiene su arrastre y no se lo puede mirar en menos. Tanto que volvió a Renovación Nacional, y no se han sentido fuerte las protestas.

De hecho, el presidente de esa casa política, Cristián Monckeberg, lo consideró una buena noticia. Hasta el propio Carlos Larraín se refirió al tema: “Tiene toda la razón en volver a RN, que ha sido su casa desde siempre. Yo por lo menos lo declaro bienvenido, contamos con él, va a elegir cómo trabaja y tenemos por delante un horizonte muy amplio y nada fácil”.

Uno podría decir ¡plop!, con todo lo que ha atacado a Piñera cómo dice eso Don Carlos, pero nada de ¡plop!, porque a los camaleones conviene tenerlos con uno…y en eso Carlos Larraín es zorro viejo.

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