Pensemos Chile. Esa fue la invitación a la que miles de mujeres y hombres respondieron desde que se inició la fase participativa del Proceso Constituyente.
Mujeres y hombres de las más diversas realidades y características se reunieron en encuentros locales y cabildos, dedicaron horas de su tiempo libre a conversar con otras y otros, a soñar juntos un país y a retomar la práctica de proponer ideas y soluciones a problemáticas comunes desde un trabajo colectivo.
La Presidenta Michelle Bachelet ha impulsado un proceso democrático, institucional y participativo que no termina con los cabildos regionales y ni siquiera con la elaboración de una Carta Fundamental, sino que apunta al ADN mismo de nuestra forma de hacer sociedad.
El ejercicio democrático que acabamos de realizar tiene un valor incalculable, no sólo porque cerca de 200.000 personas han participado en el debate de las bases ciudadanas de la nueva Constitución, sino porque estamos re-constituyendo tejido social que dialogue, que debata, que converja desde distintas ideas a propuestas para enfrentar problemas colectivos.
Las mujeres, desde su diversidad, han sido parte importante de este diálogo, llegando a constituirse en el 54% de quienes participaron de Encuentros Locales auto convocados, y el 45% en los Cabildos Provinciales, aprovechando estas instancias para que su voz fuese escuchada y traspasando las barreras de la sub representación que las afecta en los espacios tradicionales de toma de decisiones.
El valor de conversar, el ejercicio de escuchar con respeto y tolerancia a otro u otra diferente a una, la posibilidad de exponer sus ideas y ser parte de un diálogo constructivo, buscar puntos en común y esforzarse por arribar a acuerdos y resolver las divergencias en la búsqueda del bien común y la garantía de derechos sociales, son dinámicas que las mujeres valoran y reivindican.
Las ciudadanas y ciudadanos de Chile han tomado la palabra para proponer y priorizar cuáles deberían ser los principios, valores, derechos y deberes que rigen nuestro actuar y cuál es el marco institucional que mejor nos representa. Esta ciudadanía activa nos plantea desafíos políticos, sociales, económicos, culturales y normativos, que esperamos tengan entre otros objetivos la igualdad y la equidad de género, que seguramente seguirán siendo materia de debate público.
La discusión sobre el país que soñamos y que queremos construir llegó para quedarse. Las ciudadanas y ciudadanos que viven en Chile así lo están demostrando.
Recuperar confianzas en el otro y la otra, en las organizaciones e instituciones es el desafío de la re-constitución del tejido social para un Chile más justo y menos desigual.
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