En la actual coyuntura electoral, cuando los partidos de la derecha tradicional chilena, que recién ayer se autodefinían como de centroderecha, se han sumado en masa a la candidatura de extrema derecha del señor Kast, se puede sostener -sin ninguna clase de dudas- que han traicionado sus propios principios como instituciones democráticas.
Con ello están demostrando la debilidad de sus ideas y la nula capacidad moral de enarbolar coherencia doctrinaria; al revés, están invitando a la ciudadanía a reconocer en ellos un travestismo que los inhabilita para consagrarse al bien común y al servicio público.
Camuflados como están para servir mezquinos intereses, no trepidan en abrazar las consignas del pinochetismo y el anticomunismo inventando falsos dilemas y ocupando todos los recursos a su disposición para mantener sus privilegios. Bien se podría afirmar que el aforismo "el fin justifica los medios" está prevaleciendo en toda su majestad hoy entre los partidos de la derecha tradicional, que sin asco y ningún remordimiento hipotecan su credibilidad partidaria, entre ellos Evópoli, que fuera ayer un ejemplo de partido reconciliado con la pureza de los procedimientos democráticos y con el auténtico espíritu del liberalismo primigenio, tan comentado por sus fundadores.
Desde la otra vereda, sin embargo, las luces están encendidas con un candidato que como Gabriel Boric ha mostrado con holgura sus credenciales democráticas, al contrario del candidato Kast, que hasta nuestros días sigue negando el genocidio de la dictadura cívico-militar y postulando el error de los jueces a la hora de condenar a los genocidas que aterrorizaron a Chile durante 17 años.
Así las cosas, la cuestión de los extremos está jugando un papel perverso en una lucha sin cuartel inspirada por el comando de Kast que promueve mañosamente, la idea de que la opción de Apruebo Dignidad es un escalón para que el comunismo se instale en Chile como en los tiempos de la Guerra Fría, menospreciando de paso la inteligencia de todos los chilenos y chilenas.
Recién ayer se escuchó a un alcalde tratando de extrema izquierda a la opción progresista de Boric, y al mismo tiempo, situándose en la derecha cuando se refería a la opción de su candidato Kast. Juzgue usted.
No olvidar que los miembros del publicitado gobierno de los mejores, encabezado por el señor Piñera, son los mismos que hoy promueven una opción caótica e ininteligible, de la mano del candidato Kast, negando los avances y los derechos de las mujeres, el cambio climático, los derechos humanos y las libertades básicas para una sociedad democrática. Sin duda, la gran mayoría de nuestros compatriotas no leyó el programa del candidato Kast, ni leerá lo que quedará de él en unos días más. Un verdadero Frankenstein redivivo por la derecha extrema, incapaz de superarse a sus propias invenciones y sucumbiendo a diario a la tentación de sostenerse en la mentira.
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