Yo voto

Verónica Franco
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No. Yo "no presto el voto". Pero voto. Y no siento que haya contradicción.

Es que estoy convencida de que entrar en la cámara el domingo y marcar preferencia por uno u otro candidato efectivamente hace un cambio:¿Me molesta el alcalde que quiere perpetuarse en mi comuna? voto y le doy el aviso de que crece el número de vecinos a los que ya no convence su presencia.¿No me gusta que todo se juegue entre los candidatos de las 2 coaliciones? voto por los abanderados independientes o de partidos "menores" para que se hagan más fuertes.

¿Quiero que mi alcalde tenga contrapeso al tomar decisiones? Voto por sus detractores en la lista de concejales... No estoy prestando mi voto, estoy haciendo valer mis derechos.

Entiendo la molestia con el sistema que plantean los que llaman a no votar.Comparto con una mayoría que el binominal ya no da para más y que sólo favorece a los que ya están en el poder en la derecha y en la centroizquierda (pero eso no corre para los concejales). Sé que después de 22 años de democracia quedan muchos problemas por solucionar, uno de los primeros el derecho a una educación pública gratuita y de calidad. Sé que el poder real de los alcaldes limita duramente con sus atribuciones, con los recursos económicos de que disponen en su comuna, con la pobreza de sus vecinos y hasta con la decisión de los privados de instalarse sólo donde la seguridad y el poder adquisitivo los lleva.

Pero estas elecciones municipales son las primeras con inscripción automática y voto voluntario. En esa medida, es la primera vez que los candidatos no saben qué esperar a ciencia cierta... Más de alguno debe sacar cuentas y no le calzan.

Por lo mismo, si la idea es hacer cambios, este es el momento. Un diputado de derecha decía en días pasados que si siguen los mismos, es porque votan siempre los mismos.

Creo firmemente que sufragar no es sólo un derecho sino un deber. He votado en todos los comicios posibles desde la universidad.

Obviamente lo he hecho en cada elección municipal, parlamentaria y presidencial. Pero además, si me convocan a votar por el Centro de Padres del colegio de mis hijos también lo hago con gusto. No creo en aquellos que vociferan desde la vereda contra el orden establecido. Creo en los que cruzan la calle y actúan como ciudadanos para cambiar ese orden.

La construcción de la sociedad no la hacen sólo los políticos, ni se consigue lanzando piedras para botar lo que hay. También la podemos hacer entre todos con una simple raya en la papeleta de votación.

Así ocurrió en un plebiscito allá por 1988, y no resultó mal.

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