Consecuente política exterior ante Israel y Medio Oriente, con una contradicción impropia a resolver ya

La actual Política Exterior Chilena -conducida por S.E. el Presidente de la República, por atribución exclusiva constitucional-, de condena, denuncia y rechazo ante atrocidades y la barbarie de Israel, Estado Judío Sionista colonizador vía anexiones y usurpador de territorios palestinos; criminal y genocida en Gaza, Cisjordania y Jerusalén Oriental, es y ha sido muy consecuente, siendo una política de principios y con certeza e integridad ética. Y no sólo desde el domingo 8 de octubre de 2023.

Se trata de un caso y ejemplo de coherencia y consecuencia personal en política exterior, si consideráramos desde 1990, ahora con especial énfasis y sin ambigüedades ni subterfugios, ante este Estado de Israel; la llamada "Cuestión Palestina", "Soberanía del Pueblo Palestino y sus Derechos Inalienables", así como su "Derecho a la libre determinación", en Naciones Unidas, siguiendo muy numerosas resoluciones de la Asamblea General y del Consejo de Seguridad de la ONU, y, además, también en relación al llamado "Conflicto en Medio Oriente", y apoyando actividades ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ), en La Haya.

Asimismo, el reconocimiento del Estado de Palestina, por parte del Gobierno de Chile, durante el primer período presidencial del Presidente Sebastián Piñera Echeñique (q.e.p.d.), mediante declaración oficial dada a conocer por el entonces ministro de Relaciones Exteriores, Alfredo Moreno Charme, el viernes 7 de enero de 2011, es un hito cardinal a destacar y recordar, que en su punto 3 precisó que "el Gobierno de Chile ha decidido hoy otorgar su reconocimiento a la existencia del Estado de Palestina, como un Estado libre, independiente y soberano".

Es importante tener presente que el Presidente Gabriel Boric Font ha tenido una constante y sostenida posición política, en la especie, hasta hora sin contradicciones, dudas o retrocesos, desde que asumiera su alto cargo de máxima autoridad de la República, en marzo de 2022. Su sólido conocimiento, interés y seguimiento, v.g., sobre los derechos inalienables del sufriente pueblo palestino, viene desde sus tiempos de destacado dirigente estudiantil universitario en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile y en la federación de estudiantes (FECh) de esta casa de estudios superiores. Y su continuada mirada política al respecto se siguió consolidando en sus dos períodos como diputado, incluso con visita in situ al Estado de Palestina, integrando una delegación parlamentaria en agosto de 2018.

En su condición de Jefe de Estado, nuestro Presidente de la República ha debido incluso soportar el muy inadecuado y non grato comportamiento y declaraciones del embajador israelí en Chile -que contraviene, cual avezado calculador y 'bien preparado' provocador, la Convención de Viena de Relaciones Diplomáticas, recurrentemente-, desde su llegada para asumir funciones en julio de 2022. Más aún, conocidos directivos de la Comunidad Judía de Chile se han envalentonado, sumándose a dichas conductas, asumiéndolas y respaldándolas. Varios episodios y registros así lo confirman. Y esa comunidad es muy disciplinada y estricta, interviniente y seguidora de sus miembros, incluyendo conductas, contactos, dichos y hechos.

Ciertamente, uno de los mayores desafíos permanentes de los militantes partidarios políticos es, justamente, conservar, desarrollar y sostener una coherencia y consecuencia de principios, y, más aún, si ostentan cargos por designación presidencial y/o por elección popular soberana. Asimismo, y especialmente, esas virtudes se deben dar como resultado de una visión del mundo, y sin dar cabida a contradicciones primarias entre ejercicio, práctica y propuestas en política interior, por una parte y por otra, en política exterior. Así, no podrían llamarse o ser de avanzada, de izquierda o progresistas, y no coincidir con las posiciones de nuestro gobierno y del Presidente Boric Font, en la temática que, aquí, asumo como unas reflexiones necesarias.

Se trata de unos temas claves y cruciales, desde una perspectiva humanista, convergente socialmente y unitaria políticamente, en los cuales, confundirse, extraviarse y/o perderse es lamentable y lastimoso, contradictorio vitalmente e insostenible éticamente en lo personal. No es para nada ocasión de fotogénicas sonrisitas diplomáticas que, sí resultan agraviantes y penosas o cuasi ridículas protocolarmente, más aun proviniendo de altas autoridades ad hoc.

Generalmente, las más de las veces, el abordamiento y el enfrentamiento reflexivo de estas eventuales y/o reales contradicciones, en particular de los actores y responsables políticos, se eluden bajo nefasta afirmación -tan idiosincrática chilensis-, de que "no es conveniente, por ahora", la cual se transforma, con el transcurso del tiempo, casi siempre en jamás nunca. Y quien se atreve a plantearlo, fundada y responsablemente corre el riesgo del bloqueo, de la discriminación, de la exclusión y del veto de parte de 'valientes' aludidos y concernidos.

El acuciante tema resultante del accionar del Estado Judío Sionista de Israel, en plena tercera década del siglo XXI, con sus autoridades actuales, y sus ciudadanos colonizadores, dirigentes políticos y responsables militares, calza justamente en este enfoque, inescapable desde los puntos vista invocados y de la responsabilidad ética, para evitar que el cinismo político se convierta en una virtud humana. Se trata de una de esas ocasiones en que, se asoma aquella relación efímera entre el poder y el ser humano, que a algunos los deslumbra, los encumbra y/o los muestra en sus propias miserias, ya fueren personales, políticas y/o profesionales. Así, los convierte en excelsos cínicos, capaces de 'concordar', aunque estén en desacuerdo, con S.E., en la especie: claro, decirlo "no es conveniente, por ahora".

Por todo lo anterior, es que la consecuente política exterior conducida por S.E., en drama y materia que repulsa al mundo, desafía y nos ocupa, adolece de una contradicción impropia necesaria de resolver, sin mayor tardanza ni duda política alguna, al ser de plena confianza presidencial. En efecto, Chile es uno de los 12 Estados Miembros del llamado Consenso de Brasilia, constituido en 2023. Cada uno de estos países se ha manifestado frente al accionar del Estado de Israel, el reconocimiento del Estado de Palestina y derechos inalienables del pueblo palestino, con sus respectivos puntos de vista y a través de sus políticas exteriores.

Pues bien, nuestro país, en una más de sus curiosas 'exclusividades', 'originalidades' y/o singularidades, tiene actualmente como responsable del ministerio encargado de ejecutar esa política exterior, conducida y definida por S.E., a un ciudadano judío practicante, nacido en Ámsterdam, Reino de los Países Bajos, pero sí conocido ya como un académico chileno especializado en Derecho Internacional y en Relaciones Internacionales, residente desde hace más de seis décadas en Chile, y que ha ocupado antes cargos en nuestro Ministerio de Relaciones Exteriores y ha tenido destinaciones diplomáticas en el exterior. Ahora, se trata de una compleja e inédita coyuntura que, sin duda, debiera llamarlo a una consecuencia política de principios y una ética creíble, ante su habitat de pertenencia y tributo, la aquí mencionada y sintetizada Comunidad Judía de Chile, para no ser ya repudiado en su seno.

Eludir una delicada situación estratégica, política y profesional, afectará la credibilidad y la imagen de Chile, en actual correlación de fuerzas en la arena internacional, donde lo clave es tener una total claridad y respaldo a la Política Exterior Chilena ante el Estado de Israel y en Medio Oriente: referida contradicción impropia, inaceptable e ineludible, hay que resolverla ya. La bebé gazatí Sabreen al-Sakani nos implora e invoca, desde un cementerio en Rafah.

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