Algunas notas de Francisco

Este año se han cumplido 10 años desde que el cardenal Jorge Mario Bergoglio fuera elegido sumo pontífice de la Iglesia Católica. Son muchos y muy valiosos los balances que se han hecho de su pontificado. A mí me gustaría aportar, sencillamente, con algunas notas de su persona que me han impresionado y que paso a describir.

En una entrevista realizada al padre Francisco Lombardi, quien fuera portavoz de la Santa Sede durante una década (2006-2016), éste hizo el siguiente comentario: "la gente venía al Vaticano a ver a Juan Pablo II, a escuchar a Benedicto XVI, y a abrazar a Francisco". Me parece una muy feliz afirmación, dada su concisión y finura, que expresa un signo característico de cada uno de ellos, por lo que la recojo para encabezar esta reflexión. Junto a ella quiero colocar mi primera impresión cuando vi por televisión la aparición de Francisco como papa en el balcón en la Plaza de San Pedro: su figura me recordó a Juan XXIII, apodado el "papa bueno", y su sonrisa me trajo a la memoria la radiante sonrisa de Juan Pablo I, que en un instante conquistó al mundo.

Hay otros dos elementos de ese primer momento que son programáticos el nombre que eligió, Francisco, y su primera alocución. Al escoger el nombre del santo de Asís se identifica con su humildad, sencillez y alegría. En su primer mensaje, esta humildad se expresa en que se dirige a la audiencia no como el papa, sino como el obispo de Roma y en la petición hecha a los asistentes para que rueguen por él. Considero que desde el comienzo su pontificado se caracterizó por las siguientes notas: humildad, bondad, sencillez y alegría. Y al pasar algunos días, conocimos su buen humor.

En cuanto a su enseñanza (o magisterio), ha sido prolífica, por lo que pongo sólo algunos ejemplos. El 13 de marzo de 2013 fue elegido el cardenal Bergoglio como papa. Apenas tres meses después, el 29 de junio, para la solemnidad de San Pedro y San Pablo, publicó su primera encíclica "Lumen fidei" (la luz de la fe), con ocasión del Año de la Fe que había sido convocado por su predecesor Benedicto XVI. Esta encíclica fue escrita "a cuatro manos", pues la escribió en conjunto con el papa emérito, lo que es una prueba tangible de que no hubo una contraposición ni tensiones entre los dos papas, como falsamente lo planteó la película "Los dos Papas" (2019), con las actuaciones de Jonathan Price y Anthony Hopkins, la que, felizmente, después de un corto revuelo, pasó sin pena ni gloria al olvido, donde debe permanecer.

El 24 de noviembre del mismo año publicaba la Exhortación Apostólica "Evangelii gaudium" ("La alegría del evangelio") sobre un tema tan importante como muchas veces olvidado de la vivencia cristiana: la alegría que brota de la fe, del evangelio, que significa buena noticia. Un tema que, para sorpresa de muchos, ya había tratado Joseph Ratzinger, quien, para nombrar sólo un ejemplo, tiene un pequeño libro titulado "Servidor de vuestra alegría: Reflexiones sobre la espiritualidad sacerdotal".

El 24 de mayo de 2015, en la fiesta de Pentecostés, fue publicada su famosa encíclica ecológica "Laudato 'si" sobre el cuidado de la casa común, en la que, contra lo que se pudiese imaginar, no se trata exclusivamente de la naturaleza, del ambiente, sino que se habla de una ecología integral que abarca tanto lo ambiental como lo social, porque los desequilibrios que se han producido en el medio ambiente van de la mano con la pobreza e injusticia (nn. 137-142). También habla del amor civil y político (nn. 228-232), continuando en la línea de Benedicto XVI en sus encíclicas "Deus caritas est" (Dios es amor) y "Caritas in veritate" (La caridad en la verdad), insistiendo en ello en su siguiente encíclica "Fratelli tutti" (hermanos todos) sobre la fraternidad y amistad social, publicada el 3 de octubre de 2020.

No puedo terminar este breve recorrido sin mencionar un par de las muchas anécdotas que muestran las notas de su pontificado. Recién elegido, llamó Argentina a su dentista para cancelar la cita que tenía programada con él. También llamó al que le llevaba el diario al Arzobispado de Buenos Aires para saludarlo y avisarle que no se lo llevara más. Naturalmente, como nos pasaría a cualquiera, el vendedor creyó que era una "joda" de alguno de sus amigos y le respondió en términos irreproducibles en este medio; pero, según su propio testimonio, cuando le reconoció la voz, estalló en llanto.

Empecé con mi impresión sobre el parecido físico entre Francisco y Juan XXIII, pero que también abarca, entre otras cosas, la sencillez, humildad y buen humor. En una oportunidad, a una religiosa de la congregación del espíritu santo que, nerviosa, se presentó diciendo: "Soy la superiora del Espíritu Santo", el papa bueno, le respondió: "¡Qué suerte, hermana! Yo soy apenas el vicario de Cristo". Y en otra ocasión, tomando en cuenta que en la Primera Guerra Mundial había sido sargento médico, cuando lo visitó un capellán militar que se presenta ante él con uniforme de gala, se cuadra diciéndole: "¡Sargento Roncalli a sus órdenes!".

Si el evangelio no produce alegría y algo de sano y buen humor, no es lo que su nombre indica: una buena noticia.

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