Así el padre Alonso de Ovalle, el año 1636, relataba en sus memorias la expedición jesuita por el antiguo Reino de Chile, la historia de un árbol -un espino- que estaba siendo cortado por un "indio", habitante de las zonas de los tiempos coloniales. Este personaje, descrito por los cronistas de la época, tenía una particular condición: la ceguera.
Cuenta la historia que la persona ciega, buscando obtener materiales para construir una choza, continuó en su tarea por derribar el espino. En uno de los hachazos contra el espino, saltaron unas gotas de savia hacia los ojos del indígena, causando un ardor que hizo frotárselos profusamente. En el medio de aquel incidente, ocurrieron dos hechos: Su visión fue recuperada, sanándolo de su ceguera. Mientras que, en el tronco del espino, apareció la imagen de Jesucristo.
Como todo relato popular, no existe una versión unívoca de la historia o testigos que den cuenta de la imagen. Hay personas que afirman que la imagen de Cristo se reflejó en el mismo tronco, otros dicen que el árbol, en su figura se asemejaba a la cruz. Hay quienes afirman que se veía el cuerpo de Jesús envuelto en una sábana. Más allá de las discrepancias, la historia del Cristo del Espino, se transformó con el tiempo en El Señor de Renca.
Así, en la mitad del siglo XVII, en Renca se erigió una capilla en torno a la figura del Cristo, esparciendo la historia y generando una gran adhesión de fieles por toda la región. La capilla de El Señor de Renca pasó a convertirse en parroquia el año 1664, siendo la séptima parroquia más antigua del país.
El siglo XVIII, entre las guerrillas entre los colonos y los pueblos originarios, un incendio arrasó con la parroquia, quedando bajo las llamas la imagen del Señor de Renca. Solo unos restos se conservaron después del incendio, los cuales fueron trasladados a la actual región de San Luis, Argentina. La comunidad creyente en torno a la figura del Cristo fue la que le dio el nombre de Renca a la localidad en Argentina, en su honor. Así, copias de las imágenes del Señor de Renca fueron construidas para su futura veneración.
El incendio, y las situaciones de saqueos, propiciaron que su culto y su recuerdo se perdieran en la memoria colectiva dentro del mundo colonial chileno. En la actualidad, este patrimonio cultural y religioso para Renca fue opacado por administraciones que priorizaron el espectáculo y la estigmatización ante el país por sobre el reconocimiento de nuestro orgullo e historia, propiamente renquina.
Pero la historia del Señor de Renca ha traspasado las fronteras, culturas y países. Buscamos desde Renca, sentirnos orgullosos del patrimonio cultural y religioso de la comuna. Esta semana viajamos a la Santa Sede junto a la intendenta de Renca, Argentina, para la bendición de una réplica de nuestro Señor de Renca por el sumo pontífice, papa Francisco. En nuestra visita llevamos una serie de objetos representativos de nuestra comuna. La Casa de la Mujer de la población Huamachuco tejió una arpillera con la figura del tradicional Cuasimodo, ícono de nuestra zona.
Honramos también a nuestra beata Laura Vicuña, cuyo santuario se ubica en el Cerro Colorado, mediante el obsequio de una imagen de ella al papa. Llevamos, a su vez, piedras para que cuenten con la bendición del santo padre, para que sean ubicadas en el próximo mirador de la cumbre del Parque Metropolitano Cerros de Renca.
El año 2022 firmamos un acuerdo "Renca-Renca", entre Renca de San Luis, Argentina, y Renca de Chile, buscando valorar nuestra historia en común a través de las tradiciones religiosas que nos unen entre las localidades. Esto decantó en un intercambio de experiencias entre los artesanos de ambos países, buscando rescatar el patrimonio cultural, en base a las festividades de El Señor de Renca y el Cuasimodo, en nuestra comuna siendo el más antiguo de Chile.
Los esfuerzos por un rescate del orgullo cultural y religioso que son parte de la identidad de Renca, no lo hacemos solos. Lo hacemos trabajando junto a los renquinos y renquinas, orientando nuestra acción y transformando las realidades de miles de personas a partir de una comunidad organizada y orgullosa de pertenecer a Renca.
Las llamas podrían haber consumido la parroquia y la imagen del Señor de Renca, pero su historia, ejemplo y simbolismo siguen presentes en nuestra cultura. El rescate de nuestra identidad y tradiciones, desde Renca, es un esfuerzo que estamos llevando adelante en el marco de nuestro aniversario número 130 que celebraremos durante 2024, en el que esperamos dar a todos nuestros vecinos y vecinas el reconocimiento y orgullo que se merecen.
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