En tiempos de decisiones cruciales, elegir salud y bienestar es elegir futuro. Chile ha construido avances significativos en salud pública, reflejados en sus indicadores nacionales, gracias a reformas e innovaciones que trascienden gobiernos y generaciones. Sin embargo, los desafíos actuales exigen acelerar el paso y fortalecer con decisiones para que todas las personas, sin distinción, accedan a una vida más saludable.
La salud va más allá de los servicios de salud. La salud no depende únicamente de los servicios médicos. Es el resultado de múltiples factores: el lugar donde nacemos, el aire que respiramos, el acceso a agua limpia, educación, vivienda y servicios básicos, contextos y políticas públicas que aborden asimetrías de poder y promuevan equidad. Por eso, es fundamental que todos los tomadores de decisión, actores clave y los sectores trabajen de manera coordinada en los territorios, desde Arica hasta Magallanes. La acción conjunta intersectorial es clave para cerrar brechas y generar oportunidades reales de bienestar.
Tras recorrer regiones, dialogar con autoridades, líderes sociales y comunidades, se revelan tres condiciones esenciales para avanzar con decisión hacia una salud con bienestar, más equitativa y sostenible.
Primero, los servicios de salud organizados para resolver con eficiencia. Los servicios deben estar organizados en redes complementarias, con distintas complejidades, capacidades resolutivas y eficiencia en todas las regiones. Desde la mirada de quien usa el sistema, se requiere atención de calidad, orientación para cuidar su salud y protección financiera frente a enfermedades. Esto implica que los incentivos -financieros y no financieros- estén alineados con la efectividad y la equidad.
Segundo, salud como derecho, con gobernanza territorial estratégica. La salud entendida como derecho exige que el Estado garantice el bienestar de todas las personas, sin importar quienes son, dónde vivan ni cuánto tengan. Las funciones esenciales de la salud pública -como la vigilancia epidemiológica, la promoción de estilos de vida saludables y la preparación ante emergencias- deben estar presentes en cada rincón del país, con personal capacitado y políticas que respondan a las necesidades reales de la población.
Tercero, estas funciones no operan solas: requieren coordinación institucional y participación ciudadana. Además, necesitan una visión territorial que reconozca las diferencias entre enfrentar una emergencia o cuidados de salud en Santiago o en Aysén, entre acceder a servicios en zonas urbanas o rurales.
Siendo la salud una prioridad para la ciudadanía chilena, es esperable que todas las propuestas electorales converjan en la necesidad de proteger logros, afrontar los desafíos persistentes y acelerar las innovaciones. Elegir salud es elegir oportunidades, desarrollo humano, crecimiento económico y dignidad. Es apostar por un país donde la salud y bienestar sea una realidad para todas y todos.
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