¿Cuánto más debemos esperar?

Daniella Cicardini
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Tras haber escuchado a más de 150 organizaciones y personas, incluyendo doctores, juristas, organizaciones de la sociedad civil, representantes de universidades, iglesias y credos,colegios profesionales, que solicitaron opinar sobre el proyecto de ley que despenaliza la interrupción voluntaria del embarazo en tres causales, la Cámara de Diputados aprobó en el primer trámite constitucional, por 66 votos a favor y 44 en contra, para que dicho proyecto continuará su tramitación en el Senado. ¿Pero, qué ha pasado desde marzo del 2016 a la fecha? Eso es lo que nos preguntamos las mujeres del país.

Uno observa cierta intencionalidad de frenar el curso democrático de un proyecto de ley. Es precisamente en el parlamento donde se deben contrastar la diversidad de opiniones de una sociedad. Pero esto no puede ser usado como artimaña o resquicio, para retardar lo que todas las encuestas de opinión pública señalan respecto del proyecto de ley de despenalización. Más de un 70 por ciento de apoyo ciudadano, lo que lo transforma en un tema de interés transversal de la sociedad chilena. Las chilenas y los chilenos queremos que en nuestro país se legisle.

La historia señalará que después de más de dos décadas por fin estamos comenzando a dar respuesta a millones de mujeres de nuestro país, y a devolverles el derecho a decidir por sí misma en aspectos tan personales y delicados como su salud, su sexualidad reproductiva e incluso sobre la protección de su propia vida. 

Por primera vez un proyecto de ley sobre esta materia y su debate, coloca a la mujer en el centro de la discusión, tomando en consideración la realidad desgarradora que se enfrenta en cada una de las tres causales. Ni la discusión de la creación de la Constitución de 1980, ni la sentencia del Tribunal Constitucional sobre la píldora del día después, nombran a la mujer siquiera una sola vez. Toda ese debate fue sobre el status del no nacido y la mujer no fue considerada en lo más mínimo.  

Quiero ser clara, y desmitificar la caricatura que ciertos grupos conservadores han intentado majaderamente instalar en nuestra sociedad. El proyecto de ley no impone una decisión a la mujer, sino que abre opciones, respetando a aquellas mujeres que quieran continuar con el embarazo como aquellas que opten por interrumpirlo.

No es sostenible que en Chile sigamos penalizando a las mujeres, especialmente en estos tres casos, obligándolas no solo a tener un comportamiento verdaderamente heroico que a nadie más se le obliga a tener, sino que además castigándolas y tratándolas como delincuentes por hechos de los que son víctimas.

Este proyecto de ley pretender defender los derechos de las mujeres, especialmente los de aquellas más vulnerables que hoy por falta de recursos se ven obligadas a continuar un embarazo inviable, o se ven expuestas a poner en riesgo su salud o vida, o a llevar a término un embarazo producto de algo tan terrible como la violación. Por eso hemos asegurado que este proyecto cuente con un sistema de acompañamiento.

Por eso es de suma importancia legislar de cara a la ciudadanía. No atrincherarse en dogmas, ni credos. Somos los parlamentarios los depositarios de la diversidad de pensamientos del país.

Seguir negando esta realidad, es seguir perpetuando un modelo de injusticia. Donde el que tiene dinero puede hacer y deshacer con su vida, cuerpo y alma lo que estime conveniente. Donde las mujeres deberemos seguir esperando.

Esto es un compromiso del programa de Gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet  y ella cumplió, el 31 de enero del 2014 con el envío del Proyecto de Ley que Despenaliza la Interrupción Voluntaria del Embarazo en tres causales específicas.

Ahora depende del parlamento cumplir con la palabra empeñada a los chilenos y chilenas que votamos mayoritariamente por esa concepción de país.

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