En un mundo donde las amenazas a la salud pública parecen multiplicarse a un ritmo alarmante, el fentanilo se erige como una de las más preocupantes. Hasta hace poco, esta sustancia y sus devastadores efectos eran una realidad distante, observada a través de las pantallas de noticias que mostraban las calles de Filadelfia, donde la llamada "droga zombie" había transformado barrios enteros en verdaderos cementerios de muertos vivientes. Sin embargo, la cruda realidad es que el fentanilo ha cruzado fronteras y ha llegado a Chile, sembrando el miedo en comunidades que nunca imaginaron enfrentarse a tal amenaza.
Hoy, el fentanilo no solo ha hecho su aparición en Santiago, sino que ha extendido sus tentáculos a ciudades tan distantes como Punta Arenas. Durante el primer semestre del 2024, se decomisaron 4.116 dosis de esta peligrosa droga, una cifra que representa un aumento asombroso, siete veces más en comparación con el total decomisado durante todo el año 2023. Este alarmante incremento no es solo un número; es un llamado de alerta que nos invita a reflexionar y reaccionar sobre la magnitud del problema que enfrentamos.
Aún más preocupante es la pérdida de 179 dosis de fentanilo desde la dirección de Carabineros, junto con casi 100 dosis de morfina. Este hecho no solo plantea serias dudas sobre la seguridad y la gestión de las sustancias controladas, sino que también nos obliga a cuestionar la capacidad de nuestras instituciones para enfrentar esta crisis. ¿Cómo es posible que se pierdan dosis de una droga tan peligrosa en manos de quienes deberían protegernos? La falta de respuestas claras y la incertidumbre que rodea a este tema son inaceptables.
Ante esta situación, he decidido solicitar una sesión especial para citar al director de Carabineros y exigir una explicación sobre esta pérdida. Es fundamental que nuestras autoridades rindan cuentas y nos brinden la información necesaria para entender la magnitud de esta crisis. Sin embargo, para llevar a cabo esta acción, necesito reunir 51 firmas de mis honorables colegas diputados y diputadas. Es urgente un llamado a la acción, un llamado a la responsabilidad colectiva para enfrentar una amenaza que no solo afecta a unos pocos, sino que tiene el potencial de devastar a comunidades.
El fentanilo no es solo una droga; es un recordatorio de que la adicción y la desesperación pueden tocar la puerta de cualquiera, sin importar su origen o estatus social. La llegada de esta sustancia a nuestro país no debe ser vista como un problema aislado o de algunos pocos, sino como parte de una crisis más amplia que requiere una respuesta coordinada, preventiva y efectiva.
Es momento de actuar. No podemos permitir que el fentanilo se convierta en una sombra que se cierne sobre nuestras ciudades, transformando vidas y personas en "homo zombie", y destruyendo familias. Debemos unirnos para exigir respuestas, para buscar soluciones y para proteger a nuestras comunidades de esta amenaza zombie que ya ha comenzado a hacer estragos en las calles, afectando la salud y el bienestar de nuestra gente. Es hora de que tomemos la iniciativa y enfrentemos juntos esta dura realidad.
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