En el mes de octubre tuvimos dos noticias alarmantes en salud. El Centro de Control de Enfermedades (CDC) de Atlanta, Estados Unidos, publicó un informe en el cual se señala que el 40% de los cánceres que se diagnostican en ese país están asociados a la obesidad y al sobrepeso, siendo esta asociación más frecuente en las mujeres que los hombres, y aumenta con el avance de la edad.[1]
Los cánceres a los que se refiere el estudio son los de esófago, mama (en mujeres menopaúsicas), colon y recto, endometrio, vesícula biliar, estómago, riñón, hígado, ovario, páncreas, tiroides, meningioma y mieloma múltiple.
A esto se suma, que el 10 de octubre la FAO publicó un informe[2] en el cual se señala que en Chile el 32,8% de las mujeres mayores de 18 años son obesas, y en la misma condición estaría 24,8% de los hombres, lo que nos convierte en el país que tiene la mayor porción de personas obesas en América Latina.
Proyectando estas cifras a la población chilena al año 2020, habría aproximadamente 2.500.000 obesas y 1.800.000 obesos, lo cual generaría un incremento en el número probable de cánceres en esa población, sin considerar el sobrepeso. Es indudable que estos grandes números plantean una enorme carga para los servicios de salud, que no estarán en condiciones de enfrentar con éxito el tratamiento de una patología tan compleja y de alto costo.
Además, la obesidad no solo se asocia al cáncer, sino que también a la hipertensión, diabetes, enfermedades osteorticulares, depresión, entre otras condiciones patológicas frecuentes en la población del país.
Sobra decir que un enfoque sólo asistencial de las complicaciones causadas por la obesidad no darán nunca cuenta de los problemas que ésta genera y que es la hora de reclamar y formular políticas públicas proactivas, que tomen en cuenta los determinantes sociales de esta condición y, para superarlas, se enfrenten asumiendo la complejidad de las situaciones multifactoriales.
También tenemos que decir que las complicaciones generadas por esa condición, cuando ya está establecida, son muy difíciles de evitar y que es preciso anticiparlas y preparar su enfrentamiento, cuando apenas faltan dos años para el 2020. Es urgente poner en práctica acciones preventivas para impedir sufrimientos evitables a nuestra población, en especial a los de más bajo nivel socio económico, porque tanto la obesidad como sus condiciones asociadas son más frecuentes en ellos.
Estamos viviendo una campaña electoral en la cual vemos que, en las propuestas de los candidatos, se da enorme prioridad a la atención médica y no hay una mención explícita de políticas públicas para enfrentar las grandes amenazas a la salud de los chilenos, en las cuales los trastornos alimentarios son el mayor riesgo para la salud, actualmente.
Si ello no cambia, no habrá salud para los chilenos, porque no habrá ni hospitales ni médicos y otros profesionales de la salud, para hacer frente a la avalancha de complicaciones que nos amenaza.
(1) Vital Signs: Trends in Incidence of Cancers Associated with Overweight and Obesity USA 2005–2014. C. Brooke Steele, DO; Cheryll C. Thomas, MSPH; S. Jane Henley, MSPH; et al. Weekly / October 6, 2017 / 66(39);1052–1058)
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