Hace unos días estupor generaron las imágenes de un estacionamiento al aire libre habilitado como albergue para situación de calle en la ciudad de Las Vegas, EE.UU. Mientras tanto, en la realidad local, una de las personas fallecidas por Covid-19 era una persona en situación de calle en la comuna de Molina. Esto nos tiene que hacer pensar y evaluar las medidas que se toman para una población altamente vulnerable.
Son más de 15 mil personas en situación de calle en nuestro país. Donde un 40% de ellos se agrupa en un tramo etario de 35 y 49 años, siendo un grupo de mediano riesgo para el contagio del COVID-19. No obstante, existe un 20% de la población en situación calle que pertenece al grupo de mayor riesgo al tener más de 60 años. A ello se debe considerar, que del total de personas en situación calle, un 34,8% tienen alguna enfermedad crónica, aumentando los factores de riesgo de empeorar si se contagian del virus.
Con todos esos datos y antecedentes en la planificación para enfrentar esta pandemia, ellos/as quedan desplazados a un último lugar de las prioridades, no se entiende que las políticas de protección, considerando la magnitud de esta pandemia, se restrinjan a la campaña del plan de invierno tal como lo anunció el gobierno, sin considerar medidas de contingencia.
Así vemos autoridades participando en vacunaciones contra la influenza como si fuese el calendario habitual del programa.
Las medidas adoptadas y anunciadas son limitar el funcionamiento de los Centros Día a tres horas diarias, restringir visitas a hospederías o centros de referencia y que las FF.AA. o Carabineros no les puedan exigir Cédula de identidad y respetar su espacio.
Lo curioso de estas medidas es que mantienen a las personas en situación de calle, en la calle. Es absolutamente claro que implementar albergues masivos es riesgoso por los contagios, sin embargo, en este contexto de catástrofe se deben implementar residencias adecuadas para ellos/as (no más de 12 personas por residencia).
De esta manera se les puede dar un techo, acceso al agua potable e implementos de aseo y, una alimentación adecuada que mejore su calidad de vida e ingesta de alimentos sano que fortalezcan su salud.
Hay que recordar que lo que se les pide a todos que es “quedarse en casa” es imposible aplicarlo en personas que justamente no cuentan con una casa.
Acá el problema social se transforma en un problema de salud pública. ¿Cómo una persona que vive en la calle puede hacer una cuarentena preventiva? o peor ¿una persona contagiada como puede cuidar de su salud si no tiene acceso a una vivienda, alimentación, medicinas y protocolos higiénicos recomendados por las autoridades?
Con esta crisis sanitaria se ha visto como el neoliberalismo ha debilitado a tal punto el aparato estatal que todo se hace pidiendo “gestos” a la banca, a las empresas, a las ISAPRES, a las clínicas, etc.
Esos mismos gestos la autoridad públicamente se los pide a los ciudadanos solicitando acercarles “agua y jabón” a quién vive en la calle. Esto deja las medidas sanitarias básicas, que son el lavado de manos a la disposición solidaria de cada persona, más aún cuando esta acción debería ser coordinada por instituciones gubernamentales. El rol subsidiario del Estado no puede aplicarse en situaciones de emergencia, el neoliberalismo brutal se ve reflejado en esos discursos o como en Estados Unidos en dejar a las personas en situación de calle instaladas en un estacionamiento.
Desde Facebook:
Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado