Un rayo de esperanza

Hace algunos días, en la prensa nacional podía leerse: “el número de personas que viven con esclerosis múltiple en todo el mundo se ha incrementado en un 10% en los últimos cinco años y se calcula que existen 2,3 millones con esta enfermedad”. En los párrafos siguientes, la nota agregaba, “algunos expertos han sugerido que la exposición a la luz del sol puede reducir la incidencia de esta patología”.

Tras la lectura, me sentí aliviada de que por fin la teoría que establece la conexión existente entre la esclerosis múltiple y la vitamina D se está tomando de forma más seria.

Uno de los impulsores de esta idea fue Goldberg, quien por allá en 1974 explicó que exponerse de manera insuficiente al sol conlleva a sintetizar poca vitamina D, lo que puede ser un gatillante para la población genéticamente susceptible a desarrollar esta enfermedad neurodegenerativa y crónica del sistema nervioso, que tiene como consecuencias una movilidad reducida e invalidez.

Cabe recordar que esta vitamina se forma en el organismo por una reacción que depende de la acción de los rayos del sol sobre la piel.

Además, está involucrada en el crecimiento y desarrollo normal de los huesos, e incluso puede tener un efecto relevante sobre nuestro sistema inmune, específicamente sobre los glóbulos blancos que cumplen un rol muy importante sobre la respuesta inmune frente a la esclerosis múltiple. Por otra parte, esta vitamina también tiene efectos neuroprotectores sobre las funciones cerebrales, las cuales también se ven afectadas durante el desarrollo de la patología.

Es así como, por ejemplo, durante años se han realizado estudios que comparan los índices de mortalidad por esclerosis múltiple con la latitud (distancia desde la línea del Ecuador), los que demostraron una clara correlación (Esparza y cols, 1995).

Otro ejemplo, en Australia demostraron que la exposición al sol, especialmente en invierno, de pacientes entre 6 y 15 años, genéticamente predispuestos a desarrollar la esclerosis múltiple, reducía el riesgo durante la adultez en cerca de 2/3 (van der Mei y cols., 2003)

En un país como Chile, donde los índices de radiación UV son altos, uno se pregunta ¿Cuánta exposición al sol es suficiente? Si el índice de radiación UV es de 14 ( 9 de octubre a las 12:22 pm en Santiago el índice era 11) la exposición debe ser de 5 a 10 minutos.Si se expone más, no necesariamente se producirá más cantidad de vitamina D, y es una mala idea pensando en el riesgo a padecer otras enfermedades como el cáncer de piel.

Muchos expertos recomiendan a los pacientes diagnosticados con esclerosis múltiple que pidan la medición de sus niveles de vitamina D de manera inmediata, ya que es muy probable que sean bajos y que esta sea la razón principal de ataque de la enfermedad.

Es por esta razón que los organismos responsables de la salud en Chile debieran comenzar a realizar estudios rutinarios sobre los niveles de esta vitamina en pacientes con riesgo de desarrollar la esclerosis múltiple como medida de prevención y diagnostico, ya que los niveles se pueden subir de manera rápida y efectiva mediante el consumo de cápsulas.Además, la ingesta de altas concentraciones de vitamina D no es riesgosa para la salud.

Las evidencias obtenidas hasta hoy son convincentes, por lo que la población diagnosticada puede confiar en que la luz solar puede mejorar su calidad de vida y protegerlos contra el desarrollo de la enfermedad.

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