Recuperar la confianza en las ONGs
Transparencia ha sido uno de los términos más usados en las últimas semanas en la discusión nacional, a raíz de la resolución del Consejo para la Transparencia que obliga al ministro Secretario General de la Presidencia, Cristián Larroulet, a hacer públicos sus correos electrónicos.
Asimismo, también ha estado presente en la polémica la FACH, cuestionada por omitir información sobre las causas del accidente del Casa 212 que se estrelló en Juan Fernández, conmocionando al país entero.
En un Chile que desconfía de las instituciones, en que la política obtiene baja nota en las encuestas y el descontento social se expresa en manifestaciones callejeras, viene bien un aumento de la demanda por transparencia, porque es la única vía para recuperar las confianzas perdidas, pero para que ésta sea posible, debe haber respuestas suficientes y oportunas, se debe traslucir lo que no está a la vista.
Si bien es un deber del Estado asegurar el acceso de los ciudadanos a la información, la transparencia no es una materia que competa sólo a la autoridad, puesto que también ha pasado a ser un activo tanto para la empresa privada como para la sociedad civil organizada.
En este cuadro, las organizaciones sin fines de lucro tienen el desafío de recuperar la confianza en el tercer sector que tiende a la opacidad.
Al igual que ocurre con las instituciones públicas, la gente desconfía de las instituciones solidarias, ya sea por desconocimiento del trabajo que realizan o como consecuencia de irregularidades que han salidos a la luz pública.En ese afán, estas organizaciones deben ser proactivas, especialmente en materia de rendición de cuentas. Cada vez son más los donantes que están solicitando mayor probidad en la gestión de los recursos y mayor transparencia respecto de las acciones y los impactos que generan su acción.
Sin embargo, una mayor transparencia y una mayor rendición de cuentas requieren de un pilar organizacional que legitime el cumplimiento de ciertos estándares por parte de las organizaciones sin fines de lucro, estructurando el campo de la ética de la sociedad civil del mismo modo como hoy existe el de la ética pública.
Pero el tercer sector no cuenta con las instituciones del prestigio y la visibilidad que existen en el sector público -sean Consejos para la Transparencia o Contralorías Generales- cuyos pronunciamientos son, hoy por hoy, casi indubitados.
Para suplir este vacío y poniendo al frente el principio de la autonomía de la sociedad civil, las organizaciones en que ésta se ha agrupado deben crear un referente institucional que se encargue de construir y aplicar estándares de transparencia y rendición de cuentas, así como de ser la última voz en la evaluación del cumplimiento de esos estándares.Tal como señalamos en el Seminario organizado por la el Consejo para la Transparencia realizado el 19 y 20 de abril, debemos instituir un Consejo de Organizaciones Sociales que cumpla ese rol. Un Consejo amplio, inclusivo y moderno, que ponga en marcha el desarrollo de la ética de la sociedad civil, primero construyendo con las organizaciones los estándares que se aplicarán y luego validándose como el referente, la vara con que las organizaciones del tercer sector se medirán.
Ciertamente que su rol no se concibe limitado a las cuestiones éticas, de transparencia y rendición de cuentas, sino que además se constituya en un promotor de la acción y del desarrollo de las organizaciones sin fines de lucro.El país ha ido recuperando una sociedad civil fuerte, autónoma y vital, pero exige de ella que se ponga a la altura de las exigencias de la ética moderna.
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