¿Somos invisibles?

Uno de los más graves problemas que padecen los Jubilados, Pensionados y Montepiadas y en general el Adulto Mayor, es el trato que sufren por gran parte de la sociedad. No únicamente de nuestros conciudadanos,falta de respeto y atropellos, sino también de instituciones y autoridades que ignoran nuestra existencia.

Muchos son maltratados, incluso en su hogar, donde viven prácticamente de allegados en sus propias casas. Y la historia se repite en la atención de los Servicios de Salud e incluso en la locomoción colectiva, donde los asientos destinados para los Adultos Mayores son ocupados por personas ajenas a ellos, muchas veces estudiantes.

A lo anterior, se suma el silencio de los medios de comunicación en torno a nuestros problemas, nunca se nos da tribuna, con algunas excepciones como es la Radio Cooperativa .

Los organismos que representamos no son escuchados y como consecuencia, no se conocen nuestras necesidades, reclamos y la discriminación de que somos objeto, dando la impresión que tienen temor que se les suspendan los avisos comerciales por los gobiernos de turno.

Así también, los dirigentes gremiales de nuestro sector no han sido invitados al Congreso Nacional cuando el Presidente de la República da cuenta al país de su gestión anual, el 21 de mayo, como tampoco al Tedeum de Acción de Gracias donde se reúnen distintas creencias religiosas en homenaje a la Independencia de Chile, durante las actividades de Fiestas Patrias. Sí lo son las organizaciones de los trabajadores en actividad,olvidando que hasta “ayer” nosotros también lo fuimos y hoy seguimos existiendo.

Tanto las autoridades como los políticos en general, no han respetado los tratados que se han firmado por nuestras autoridades en relación con los Derechos Humanos.

Por ejemplo, no olvidamos y nadie debe hacerlo, que en el año 1985, durante el régimen Militar, se despojó a los jubilados de un reajuste que por ley les correspondía para ayudar a la banca que estaba en crisis, lo que significó una pérdida de un 10,6% de sus pensiones. Ciertamente los afectados no fueron consultados.

Ello está penalizado, en el articulado de estos tratados, situación que se mantiene vigente hasta hoy transgrediendo los gobiernos democráticos y sus autoridades los tratados que en nombre de Chile han firmado.

Finalmente, creemos que es necesario buscar un camino para solucionar esta situación que es generalizada.

Pensamos que hay que empezar por la niñez, en la familia. Para la formación debería haber en los establecimientos una cátedra en que se enseñe a los estudiantes Educación, respeto a las personas, especialmente a los mayores y se entreguen los valores de una sociedad democrática.

En ésta, no debe existir discriminación de ningún tipo. Y eso incluye, reconocer a quienes ayer entregaron su trabajo, inteligencia y esfuerzo al crecimiento y el desarrollo del cual ellos hoy día disfrutan.

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