Varones por los buenos vivires

La aparición del patriarcado, como bien plantea la historiadora Gerda Lerner, comienza a gestarse durante el neolítico y la aparición de las primeras grandes civilizaciones, las cuales a través de la creación de la propiedad privada, la agricultura y la domesticación de otros animales, como consecuencia del paso de la etapa nómada a la sedentaria, sentaron las bases de la separación entre cultura y naturaleza.

De ahí que los orígenes del patriarcado, a partir de dominios de poder, como lo son el androcentrismo y antropocentrismo, se haya construido un tipo de masculinidad de la dominación, la cual a través de guerras y la conformación de sistemas jerárquicos de opresión haya inferiorizado a todo aquel que no fuera considerado como parte de la cultura de los hombres.

Es desde esas bases de dominio patriarcal que, con la colonización desde 1492, el nacimiento del capitalismo, el extractivismo y la expansión tecnológica e industrial desenfrenada, que se plantee la idea de Antropoceno, en tanto nueva era geológica, sostenida por una idea de crecimiento económico ilimitado, en un planeta con límites finitos, a través del discurso del progreso y del desarrollo.

Por lo mismo, a mujeres, disidencias sexo genéricas, indígenas, negros, locos o niños se les puso en un lugar de inferioridad y salvajismo, por estar más cercanos a la naturaleza, y sus cuerpos fueron vistos como un territorio a conquistar, como bien han planteado distintas autoras ecofeministas y anticoloniales, como Vandana Shiva, Donna Haraway, Isabelle Stengers, Yayo Herrero, Maristella Svampa, Esperanza Martínez, Silvia Federici, Tatiana Roa, Francisca Fernández Droguett y Silvia Rivera Cusicanqui.

Lo que ha hecho, como bien nos muestran los estudios feministas y en masculinidades, que sean las mujeres las encargadas de los cuidados y la reproducción de la vida, mientras que nosotros los varones vivamos desapegados de lo natural, de lo emocional y del trabajo colaborativo con los demás, centrándonos en valores como el éxito, la riqueza, la competencia y la guerra.

Frente a esto, la idea de desprendimiento androcéntrico planteada por el investigador e integrante del Instituto de Masculinidades y Cambio Social , Lucho Fabbri, propone desnaturalizar y problematizar las opresiones en razón de género y sexualidad, lo que es fundamental, pero deba ir acompañado también a la opresión antropocéntrica, colonial y capitalista, ya que la violencia contra las mujeres y disidencias sexo genéricas, como bien nos ha enseñado el ecofeminismo, están totalmente ligadas a la violencia contra los territorios y la naturaleza.

En consecuencia, la emergencia de masculinidades disidentes y anti patriarcales se vuelve crucial para un tipo de convivencia diferente, que prime el cuidado por sobre lo demás, pero no solo con otros seres humanos, sino también con otros seres no humanos, que permita una despatriarcalización territorializada, no ajena a un extractivismo feroz en la región, que conquista territorios y desplaza comunidades.

En otras palabras, como bien plantea el investigador y también integrante del Instituto de Masculinidades y Cambio Social, Daniel Jones, lo que se trata es de tener una nueva idea de deconstrucción, que no sea autocentrada ni meramente individual, sino que signifique que tengamos pérdidas personales y de privilegios, de manera que los cuerpos ajenos ya no estén a nuestra disposición, así como tampoco los territorios y la naturaleza.

Esto también considerando la arremetida de la ultraderecha negacionista y del masculinismo en el mundo, con la llegada al poder presidencial de personajes como Donald Trump en Estados Unidos, Jair Bolsonaro en Brasil y Javier Milei en Argentina, los cuales solo buscan desacreditar las demandas feministas, ecologistas y en derechos humanos, desde una masculinidad enojada y llena de odio.

Por lo mismo, la apuesta es ampliar la idea de masculinidades disidentes y antipatriarcales, a una idea de varones por los buenos vivires, que tome la crítica ecofeminista de muchas compañeras y se sume a distintas luchas y experiencias sostenibles y pluriversales, que pongan en el centro el cuidado de la vida y de la Tierra.

Ante esto, como varones tenemos una responsabilidad enorme en los tiempos actuales, para dejar atrás una historia de hace muchos siglos, plagada por dominaciones de todo tipo y por la imposición de modelos económicos totalmente insostenibles, que nos tienen al borde de un colapso socioambiental.

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