En momentos en que estamos ad portas de una elección presidencial, es oportuno reflexionar acerca de la gestión pública, procurando introducir nuevas ideas. Una de ellas dice relación con lo que algunos han denominado uberización del Estado, esto es, la búsqueda de disrupciones rápidas e innovativas de los modelos económicos pre-existentes, basándose en plataformas digitales, sin operadores ni infraestructuras físicas y centrándose en el cliente.
Esta definición, que nosotros hemos tomado de dos autores que reflexionan sobre el tema (Bertholet y Létorneau, 2017) puede ser acompañada de otras más laxas, en donde la uberización puede ser entendida como desintermediación, o como co-construcción, co-uso y co-mantención, en la línea de la economía colaborativa.
De lo que se trata es de reinventar las interfaces entre ciudadanos y Estado: pagar los impuestos, solicitar un pasaporte, hacer una denuncia policial, tramitar un permiso municipal. Todo indica que esta tendencia invadirá progresivamente todas las esferas de acción del Estado, ya sea que ésta se relacione con la prestación de servicios (pagados o no pagados) o con las denominadas funciones regalianas (defensa, seguridad, justicia, emisión de moneda y recaudación de impuestos).
Para este efecto, contamos con la posibilidad de usar estas plataformas digitales para aprovechar las capacidades y los conocimientos que poseen los ciudadanos, lo que incluye los sistemas de calificación de los usuarios, claves para evaluar la provisión de los servicios y generar confianza.
Esta es una tendencia insoslayable, que afortunadamente ya ha sido bastante trabajada en nuestro país. El caso más paradigmático lo constituye la declaración de impuestos del SII realizada a través de Internet, en operación desde los años 90.
A ello se han sumado muchas otras iniciativas, tales como las plataformas de licitaciones públicas de ChileCompra o la reciente puesta en marcha del Registro Nacional de Hogares realizada por MIDESO. En materia de gobierno electrónico no partimos de cero, pero es necesario ir más allá de eso.
En el caso de INDAP, durante esta administración de gobierno nos hemos preparado para entrar en esta nueva etapa. Lo primero ha sido reemplazar un anticuado sistema informático, en donde 20 sistemas (creados en diferentes años y con diferentes lenguajes informáticos) funcionaban con lógica de silo, sin que hubiese interacción entre ellos. Al final de este gobierno contaremos con un sólo sistema, diseñado con la tecnología de hoy. Estamos terminando la modernización de todos los sistemas informáticos institucionales, aplicando un enfoque integrado y unificador, y mejorando además la infraestructura. Con ello habremos generado las bases para que en un futuro próximo INDAP se uberice progresivamente, operando como una meta-plataforma.
¿Qué significa exactamente esta tesis? Bertholet y Létorneau señalan que el Estado debe imitar la estrategia de los GAFA (Google, Apple, Facebook y Amazon), haciendo gravitar alrededor de el a miles de plataformas satélites portadoras de ideas nuevas para mejorar su desempeño.
Hay que salir de la lógica del portal para avanzar hacia la meta-plataforma, esto implica dejar de producir servicios terminados (definidos dentro de los organismos públicos), para abrir las herramientas y los datos a la comunidad, de forma tal de que ella propongan las soluciones.
Con ello, el Estado será más eficaz, pues se apoyará en la inteligencia colectiva, y al mismo tiempo, se hará insoslayable, asegurándose que las plataformas satélites lo ubericen en el marco de los valores que garantizan el interés general.
Hay que decir que ya contamos en INDAP con un número significativo de aplicaciones y plataformas satélites que empiezan a hacer realidad este proceso de uberización. En las próximas semanas se pondrá en marcha la Tienda Virtual Mundo Rural, que viene a reforzar la red de cinco tiendas físicas actualmente existentes, y que permitirá vender los productos de la agricultura familiar a través de internet.
Hace un par de años está en operación la aplicación Campoclick, que busca contactar en forma directa a nuestros usuarios con los consumidores. Contamos con una línea de capacitación, ejecutada junto a otras instituciones como FAO, IICA, INIA y ACHIPIA, que ofrece una amplia variedad de cursos en línea (plataformas MOOC).
Otra área de trabajo, de gran proyección, está vinculada a la instalación de sistema de extensión horizontal, en donde los campesinos más avanzados entregan consejos técnicos a sus vecinos, estableciendo las coordinaciones básicas a través de la página WEB institucional.
Este programa, denominado Talentos Rurales, será puesto en marcha durante el mes de agosto, y resume lo que es más esencial de esta tendencia a la uberización de las políticas públicas: aprovechar el conocimiento técnico que está diseminado entre los agricultores para generar un nuevo sistema de extensión, que complemente a los sistemas tradicionales y profesionales.
La clave es descentralizar, delegar, confiar en las capacidades de los productores, apoyarse en la experiencia de miles de campesinos para crear un sistema de producción atomizado para proveer servicios de extensión.
En esta misma línea, la reciente puesta en marcha de una comunidad virtual de jóvenes, www.yojovenyrural, ha abierto un espacio de conversación y de intercambio de enorme proyección. Contamos ahora con una red que agrupa a centenas de jóvenes rurales ávidos de innovaciones. Esta comunidad debiese prefigurar el camino, será una especie de globo sonda, en donde debieran definirse y evaluarse las futuras iniciativas uberizables.
Iniciaremos un nuevo ciclo de gobierno en 2018 y eso abre la posibilidad de abordar nuevas áreas en este sentido, a nivel de INDAP, del MINAGRI y de otras agencias del Estado. Los autores citados señalan que el proceso de uberización será más rápido allí adonde hay más insatisfacción de los usuarios. En el mundo de la agricultura familiar campesina eso dice relación con la tramitación de las resoluciones sanitarias y de otros permisos municipales.
También existe una queja creciente de los productores con las jaurías de perros que matan a sus rebaños. ¿Por qué no pensar en la promoción de políticas de tenencia responsable de mascotas, basándose en sistemas de identificación animal (algo que ya ha hecho el SAG con el ganado productivo) para contener este flagelo? ¿Por qué no imaginar un sistema de entrega de resoluciones sanitarias interactuando a través de Internet?
Pero hay muchísimos otros temas que podríamos uberizar: gestión de emergencias físicas (terremotos, incendios, otros) y sanitarias; mantención de infraestructura (riego, maquinaria); establecimiento de redes de investigación agronómica que conecten a los agricultores (y ciudadanos en general) con INIA e INFOR; gestión de los controles aduaneros; sistemas de crowfunding para otorgar crédito; tramitación de subsidios y otros apoyos del Estado; administración de equipos de temporeros en las cosechas frutícolas; gestión integrada de bases de datos (de los productores, del clima, de suelos…) y entrega gratuita a los usuarios, dejando de lado la actual política de venta de datos públicos de algunos organismos del sistema CORFO; ventanilla única a nivel de MINAGRI y/o de todos los organismos de fomento para apoyar a la agricultura familiar.
Las ideas son muchas y con seguridad se implementarán en los próximos años. La tendencia hacia la uberización del Estado es insoslayable y esto implicará una verdadera revolución tecnológica, cultural y política.
El dilema es si dicho proceso lo realizarán los GAFA y otras grandes empresas internacionales, o será el resultado de una decisión soberana. De nosotros depende que responda al interés general y adopte una buena dirección.
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