El filósofo francés Charles Pépin comienza su libro "Cuando la belleza nos salva" describiendo a una mujer con una agobiante situación laboral y de salud, que al transitar por calles hostilmente atochadas hacia su lugar de trabajo comienza a sentir un alivio cuando escucha una linda canción desde la radio de su auto. En su ensayo, Pépin apela a la obra del escritor Fiódor Dostoyevski "El tonto", cuyo protagonista que nada tiene de bobo y que en uno de los memorables y enigmáticos pasajes de la novela afirma que la belleza salvará al mundo.
Similar, e incluso con más severidad a lo descrito en estos relatos de ficción, la realidad chilena contiene registros de millones de personas tratadas indignamente, cuya única culpa es haber confiado durante décadas en ineptos o corruptos. Frente a este desalentador panorama ya fuertemente institucionalizado y ante la ausencia de vías nítidas de solución, emerge la legítima cuestión si la belleza salvará a Chile.
Afortunadamente, la ciencia ofrece respuestas afirmativas no para terminar con los abusos que se han hecho costumbre, sino para aligerar la carga que ellos generan y para deshacerse en parte, de otros males derivados. En efecto, si la belleza ha sido arrojada al cajón de las frivolidades, ahora gracias a sólidas investigaciones científicas este íntimo fenómeno que perturba al sistema endocrino-nervioso puede desprenderse de la etiqueta de banalidad para hacer de Chile un mejor país. Dicha utilidad tiene al menos tres tipos de impactos según los efectos que la belleza provoca en los individuos: Terapéutico, cognitivo y moral.
Dentro del efecto terapéutico destaca casi de manera espontánea la reducción del estrés, la ansiedad, la angustia y la depresión. A modo de ejemplo, Stine L. Nielsen -de la Universidad de Aalborg de Dinamarca y junto otros tres colegas- en el año 2017 comprobó el aumento del nivel de bienestar de pacientes en un hospital cuando éstos residían en ambientes armoniosos.
En cuanto al efecto cognitivo, la belleza actúa como un lubricante de la información en el cerebro, haciendo que los procesos mentales sean más "fluidos". Respecto de estos impactos, el exprofesor de la University of New Mexico y actual divulgador científico Gregg Levoy recopiló en 2023 resultados de diversas investigaciones, donde resume que la exposición a la belleza escénica mejora la memoria, la atención y las habilidades para resolver problemas.
Acerca del impacto moral, éste se manifiesta preferentemente en las denominadas emociones autotrascendentes, aquellas que motivan en el individuo que experimenta la belleza a comportarse de manera tal que se genera un beneficio social. En este contexto, la neurobióloga Sharon C. Buitenweg, de la organización New Neuromarketing, observó recientemente este 2024 que ello se traduce en conductas serviciales hacia los más necesitados.
Estas evidencias desde la neurociencia indican que los efectos terapéuticos, cognitivos y morales que se generan en ambientes hermosos hacen que los seres humanos sean un poco más resilientes, ingeniosos y solidarios. Es decir, la belleza hace que una persona, sea mejor persona. Mejor para encarar un entorno que por una parte ofrece dosis de belleza desde la poesía, pintura, arquitectura, teatro y otras expresiones artísticas; mientras que por otra, ese mismo ambiente lesiona con injustas privaciones desde quienes ostentan el poder.
En este escenario, tal vez a la salida de un concierto o en los jardines de una plaza, la ciudadanía pisoteada adquiera la fortaleza para vencer a esos que teniendo todo para hacer de Chile un lugar placentero, han venido impunemente dañando a su pueblo, la principal riqueza de este país que bien podría ser un paraíso.
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