Se ha dado a conocer que para el año 2021 el presupuesto del Centro de Extensión Artística de la Universidad de Chile será disminuido en un 25%.
La Orquesta Sinfónica Nacional, el Ballet Nacional Chileno, el Coro Sinfónico de la Universidad de Chile y la Camerata Vocal son los cuatro cuerpos estables del CEAC. Cuerpos algunos creados hace ochenta años y que hoy por hoy, una vez más, son golpeados por la mano inconsciente, ignorante y desalmada del administrador circunstancial del Estado, o sea el gobierno.
Un recorte de un 25 % para un presupuesto de suyo pequeño, es un golpe mortal. Y eso que el presupuesto del CEAC es de los buenos si lo comparamos con los pocos pesos que reciben algunas orquestas regionales.
¿Es que acaso la mente tecnocrática del especialista, también funcionario público, no está conectada con el sentido común?,
¿No se ha dado cuenta la persona que decide estas cosas que a pesar de los presupuestos modestos, por no decir miserables, el profesional debajo de este paraguas artístico está en estos momentos de angustia mundial repartiendo arte a destajo, con sentido de humanidad, solidaridad y empatía?
Quizás son preguntas muy complejas de responder, no por la dificultad de la respuesta sino por la falta de comprensión de las propias preguntas.
En fácil, hay más actividad cultural que nunca repartida por las redes sociales. En todo el mundo artistas de todo tipo se juntan virtualmente para seguir adelante. Muchos de ellos bajo ninguna institución que los albergue.
Sin embargo, se levanta el hombre que gracias al arte, en este caso musical, crece y se agiganta, contribuyendo entre muchas cosas al bienestar mental de millones. Pero eso claramente no lo lee en fulano que toma estas decisiones.
O lo lee pero no le importa, pues se trata de actividades que no producen dinero, por lo tanto inútiles, por lo tanto se puede prescindir de ellas (Habría que recomendar una buena cantidad de libros o al menos documentales - por si no les gusta leer- que hablan de las bondades de la música, pero ese tema es para otro análisis).
El hecho final es que el ciudadano de a pie se da cuenta que la verdad de la milanesa es que las justificaciones para estos recortes presupuestarios son retorcidas, desmedidas, injustas e infames.
¿Por qué no le recortan el presupuesto a las FFAA? Ahí hay dineros de sobra para levantar al país. Esa es una de las muchas soluciones sabias y sensatas, pero claro, la sabiduría y sensatez son dos virtudes que el actual gobierno simplemente no conoce.
El hecho nefasto se produce además en el mismo momento en que desde el ministerio de Cultura se anuncia un aumento en el presupuesto del mismo. Asumo yo que esto es para inyectar recursos a los fondos concursables, único modelo que se ha sabido administrar más o menos bien desde el Estado, sin que esto signifique que el modelo es bueno.
El análisis inmediato dice que se desviste un santo para vestir otro, fanfarroneando del santo vestido y callando el hecho de que para este administrador, el valor patrimonial del santo desvestido vale poco o nada. Y eso que la palabra patrimonio es uno de los apellidos del ministerio. Otra triquiñuela de las que desgraciadamente ya estamos acostumbrados.
La Orquesta Sinfónica Nacional es un patrimonio de la nación, como lo son también otras orquestas a nivel nacional, sin embargo han sido literalmente sacrificadas una a una con una frecuencia casi anual. No digo que han sido eliminadas, pero las han dejado moribundas, muchas veces hasta que las propias orquestas, cansadas de pelear por sus derechos, se acostumbran a vivir moribundas, con la dignidad pisoteada, pero siempre con un profesionalismo y resiliencia envidiables.
He escrito muchas veces sobre temas relacionados con los presupuestos de las orquestas, Siempre tratando de nivelar hacia arriba. Lamento sobremanera lo que está pasando con el CEAC, producto sin duda, como dije más arriba, de mentes ignorantes, insensibles y retorcidas.
Se me vienen a la mente las letras de una famosa cantata del compositor Luís Advis, “Es justo lo pedido y es tan poco. ¿tendremos que perder las esperanzas?”
¿Será que deberemos entonces reclamar de la misma forma por lo justo y merecido, incluso exponiendo el pecho ante el que no sabe decir sino “por la razón o la fuerza”?
Muchas preguntas en esta columna y muy pocas respuestas. Las respuestas están del otro lado de la cancha. Una cancha que alberga un partido desigual. Por un lado las voces y los violines, por el otro el dinero y las armas. Lo peor de todo es que no hay árbitro.
La pucha este Chile mío que no se cansa de patearnos en el suelo.
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