El fenómeno Avello en este Festival de Viña 2019 ha tenido un impacto masivo que ya se veía venir, podríamos decir que era un éxito asegurado, la gente lo quiere, lo sigue y él, aunque no lo diga, lo sabe.
Felipe Avello juega inteligentemente con una humildad disfrazada de seguridad, mezcla la verdad de sus historias con ficción, es lúdico y se enoja a ratos, canta pero no canta, baila pero no baila, hace partícipe al público, pero quien domina es él. Es muy espontáneo, sin embargo, hace entender que está todo bajo control.
Una serie de contrastes que dan como resultado una propuesta que descoloca, que mantiene y ante todo que cumple con el objetivo del humor: hacer reír.
Pero, ¿Por qué nos reímos de las rutinas de Avello? Si analizamos el fondo, nada de lo que cuenta es tan chistoso ni innovador, son vivencias cotidianas, triviales, nostálgicas, a ratos improvisadas.
A ello le agregamos ese toque de humildad, de sencillez, de “tirarse para abajo”, no tiene pretensión, o al menos eso nos hace creer. Es inteligente y deja siempre la duda “¿está hablando en serio o no?”
Avello se ríe de sí mismo y con ello nos reímos de nosotros también.
Tuvieron que pasar 20 años para llegar al éxito actual con unas 300 presentaciones al año, como confesó alguna vez. Éxito que quizás nunca buscó. Porque en realidad el personaje se muestra común y corriente, sin aspiraciones, disfrutando el momento, relajado, sin interés por el dinero… condimentos que lo hacen creíble y querible.
Avello entendió la evolución del humor, tiene más mesura que antes, tiene un equipo, se hizo más profesional, entendió la industria, sin perder su esencia y madurando en su propuesta. Sabe que sus irreverencias del pasado hoy no serían un éxito: besar a alguien a la fuerza, burlarse de las mujeres, desnudarse, ser machista, reírse del físico o condición sexual de alguien. Aunque “hilando fino” a veces igual lo hace de manera muy inteligente, y se lo perdonamos. Como cuando hace creer que hace participe al público, manejando él toda la situación, riéndose que son una banda emergente de algún Liceo X, con poca educación, mofándose de nuestros arribismos, clasismos y estereotipos.
Toda esta puesta en escena que parece ridícula, es chistosa, liviana, no cae mal, porque el “pececillo” juega, se divierte, es auténtico. Nos hace ver que nada es tan grave y que de lo simple se pueden sacar carcajadas.
Hoy los mismos canales que lo despidieron lo quieren de vuelta. Canal 13 aceptó que debutara en la primera noche del certamen viñamarino, y TVN, otro de los canales que lo despidió hace unos años, anuncia que es su nueva contratación 2019 ¿Qué tal?
Avello debe continuar siendo Avello con esa irreverencia mezclada de humildad, con esa realidad con toques de ficción, con esa improvisación y profesionalismo, con esa mezcla de provincia y ciudad.
Contrastes que le son propios al periodista que hoy triunfa en el humor y que su mejor fórmula es ser él mismo.
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