La masacre de los "degollados"

“Hace treinta y tres años, caminábamos, con Juan Luis González, Presidente del Colegio Médico, de vuelta de la Catedral, entristecidos, dolidos pero no abatidos. Era jueves, se iniciaba la Semana Santa.

Unos días antes, el lunes, mientras me dirigía a mi Hospital de la mañana, trabajaba en dos, la radio informó que afuera del Latinoamericano habían baleado a un profesor y se habían llevado a Manuel Guerrero y José Manuel Parada.

Durante la noche, los guardias del Hospital del Trabajador, entonces mi Hospital de la tarde, me habían llamado informándome que habían recogido a un profesor, muy golpeado, que decía que me conocía.

Nos identificamos a la manera de la época. Era Osorio, a quién conocía del Chillan de los 70. Me dijo que los habían detenido y luego abandonado en el mimeógrafo del Colegio de Profesores, a él, Traverso y otros cuyo nombre he perdido, entre ellos una profesora. A alguna hora pasé a verlos.

Al saber del secuestro de Manuel pensé que el golpe iba dirigido al Colegio de Profesores. No imaginé la magnitud del crimen.

Cuando lo supimos, con un dolor que desgarraba el alma, indignación, e impotencia, nos fuimos a la Vicaría. Al principio, tal vez sólo para llorar juntos.

Al siguiente, o tal vez el jueves, no recuerdo, caminábamos con Juan Luis, y buscando que hacer dijimos ¡ayunemos!

Recordando, imagino, nuestro pasado jesuítico o georgiano.

Ayunemos hasta el domingo y dediquemos estos días a la reflexión. Nos juntamos veinte o veintidós Consejeros  del Colegio Médico y algunos que se sumaron.

Durante la noche del jueves, en la primera reflexión, nos preguntamos qué caminos nos llevaron a terminar sentados juntos, ayunando, en la mesa del Consejo.

El doctor Jorge Jiménez, dirigente de la Orden médica y ocurrente como siempre, jugando con las palabras, transformó “ayuno” en “hay uno” sintetizando la amplia unidad que habíamos construido. Y nos colgó un letrero “ayunantes”

Lentamente comenzaron a llegar visitantes. Hicimos públicas las reflexiones. Primero en el auditorio pequeño del cuarto piso. Se desbordó.

Nos cambiamos al Salvador Allende, se desbordó.

Se llenaron los pasillos y las escaleras. La reflexión se fue llenado de ideas. De contrapuntos y convergencias. Allí nació el “Pliego de Chile” lo escribimos el domingo, se entregó en la Moneda.

Allí comenzamos a organizar la “Asamblea de la Civilidad”. Juan Luis González, la lideró. Se fue formando un amplio movimiento social que abrió espacio a la reconquista de la democracia.

Meses más tarde vinieron los partidos políticos, los acuerdos y comenzó el proceso de retorno a la democracia, con sus luces y sombras, que todavía continúa, con ellos: Manuel, José Manuel, Santiago y muchos más en la memoria.

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