No más violencia contra las mujeres

Hoy, en el día Internacional de la Mujer, que recuerda la masacre de las obreras textiles que murieron quemadas al ser encerradas en la fábrica en que trabajaban, quisiera reflexionar sobre un tema de preocupación para la Iglesia y la sociedad: la violencia contra la mujer.

Con dolor hemos visto que este es un problema estructural vinculado a las relaciones asimétricas entre hombres y mujeres, donde se las ubica en una posición de inferioridad en relación a los hombres. Esto se traduce muchas veces en un estado de dependencia económica, social, cultural y emocional de las mujeres respecto de los hombres, que en ocasiones deriva en maltrato y abuso, gatillando la alarma de la violencia intrafamiliar.

Es una realidad que la Iglesia de Santiago conoce de cerca, ya que, desde hace 10 años y en conjunto con el SERNAMEG, ha acompañado a mujeres víctimas de violencia intrafamiliar o de género.

En este contexto, hemos evidenciado que una nueva realidad nos desafía, la violencia que sufren mujeres extranjeras. Sin redes de apoyo en nuestro país caen en un círculo vicioso en el que ven como única forma de vida aquella junto a su agresor. 

En 2017, el 30,5% de las 105 mujeres que pasaron por nuestra casa de acogida eran extranjeras, de ellas el 40,6% eran haitianas, seguidas de mujeres peruanas, bolivianas, argentinas, colombianas, cubanas y venezolanas. Para el caso de ellas, la intervención está principalmente enmarcada en la regularización de su situación migratoria, lo que es necesario para su inserción laboral, buscando que tengan autonomía económica.

Como Iglesia entendemos la violencia como una violación a los derechos humanos, un atentado contra la dignidad, esto nos motiva a seguir trabajando para potenciar en las mujeres capacidades de liderazgo, asociatividad y participación que contribuyan a que ellas mismas transformen sus vidas, porque en todas las mujeres que acompañamos vemos el deseo de mejorar su vida y la de sus hijos.

Así es como prontamente comenzaremos el trabajo en una nueva casa de acogida, renovando nuestro compromiso con los más vulnerados.

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