Esta semana se cumple un año desde que la organización de adultos mayores de diferentes comunas del país, “La Marcha de los Bastones”, presentó una carta ante el ministerio de Transportes, para conseguir una rebaja en el pago de la locomoción.
Han marchado en varias ocasiones por las calles de diferentes ciudades, los han acompañados concejales, diputados, senadores. Políticos de diferentes corrientes han expresado su “solidaridad” con este movimiento, ofreciéndoles reuniones y acompañarlos en sus manifestaciones.
La verdad es que el reclamo de nuestros mayores no produce ni un efecto, más allá que el de hacer que algunos políticos simpaticen con sus demandas de manera más bien coyuntural, con un ánimo populista y de aprovechar sus reivindicaciones sentidaa y verdaderas, con afanes de marketeo político.
En lo concreto, por más buenas intenciones que los políticos han mostrado, algunos de ellos genuinamente, no cabe duda que el resultado sigue siendo el mismo, olvido y nula respuesta.
Sus demandas no han sido tomadas en serio por ninguna autoridad, ni en el congreso ni menos en los gobiernos que se han ido sucediendo desde que “La marcha de los bastones” empezó su infructuoso y poco provechoso peregrinar por las calles de nuestras ciudades.
Formamos parte de una sociedad que no respeta a sus mayores, es una sociedad que no es capaz de cuidar uno de sus valores más preciados, el derecho a tener una vejez digna.
Ellos se han transformado en un botín electoral más, donde algunos políticos de manera descarada y poco ética, se aprovechan de sus necesidades, para ofrecerles cada tanto el cielo, para después de ser electos olvidarse absolutamente de sus promesas y de sus necesidades más elementales.
La experiencia de los movimientos sociales y sindícales que han conseguido algo de la autoridad, es que deben presionar a partir de la paralización de sus propias actividades o de mostrar la fuerza de sus agrupaciones a traves de tomas, bloqueos de calles, carreteras o quemando neumáticos en barricadas.
Entonces, nuestros viejos y viejas deberán salir a la calle a marchar encapuchados, con parafina y cadenas, para que las autoridades de gobierno y los parlamentarios sientan de una buena vez que deben escuchar y tomar en serio las demandas de nuestros padres, madres, abuelos y abuelas.
Es que la clase política tiene la brújula y la sensibilidad social tan perdida que no entiende, ni es capaz de hacer el más básico de los análisis. Si el promedio de abstención de las últimas elecciones municipales supera al 65%, es simplemente porque ellos no logran conectarse con los problemas reales de la gente común.
Si las autoridades de este país, se han acostumbrado a hacer promesas de cambios que no llegan, se acercan al ciudadano solo para las elecciones, si se desconectan de los problemas diarios que tenemos que enfrentar los que componemos el pueblo chileno y no son capaces de solucionar ni las más básicas demandas, entonces ¿cuál es la motivación para que nosotros concurramos a votar por las mismas personas cada cuatro años?
Los adultos mayores de nuestro país merecen el mismo o más respeto que un sindicato, o un movimiento social que tiene las herramientas para presionar al ejecutivo.
No merecen ni el desdén, ni el trato displicente de una clase política arrogante, que es inmune ante demandas elementales, que solo pretenden otorgarles una mínima dignidad, en su ya maltrecha y poco venturosa tercera etapa de vida.
Los años dorados en Chile, son cada vez menos dorados y más opacos, ¿que cuesta al menos darles una respuesta y con ello devolverles la mínima dignidad que merecen?
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