No todos somos iguales y jamás lo seremos

Hablar de integración en el mundo laboral en Chile como en países de la región aún es sinónimo de tarea pendiente. Esto debido a que queda camino por recorrer tanto público como privado.

En algunos aspectos, hemos seguido un camino claro: juntas de Beneficencia que apuestan por la incorporación de personas con discapacidades desde la temprana edad, como la Teletón y el rol subsidiario del Estado en materia de integración e incorporación de personas con discapacidad al mundo del trabajo.

Sin embargo, es importante destacar que para que haya una real integración primero que todo se debe entender que esta afecta positivamente a las organizaciones y la sociedad en su conjunto.

En la medida que los individuos son aceptados con sus diferencias y se les abren las puertas para poder trabajar, adaptando espacios y requerimientos, no solo gana quien se desenvuelve en esos puestos, sino también la organización al crear mejores ambientes.

Gana también la red de suministros al tener personas valoradas de forma distinta por sus capacidades y gana la sociedad al tener individuos con derechos en plena vigencia y empleos dignos.

Ahora bien, se debe considerar que no basta solo con leyes que obliguen a las empresas a tener una mínima dotación de personas diversas y con discapacidades, sino que esto debe hacerse carne y alma de la organización.

La tarea del área de Recursos Humanos es encomiable en este aspecto, porque debe concientizar a toda la organización hacia un nuevo deber ser, que es aceptar que no todos son heterosexuales, que no todos provienen de familiar constituidas de la manera tradicional (o heteroparentales) , que no todos sus miembros provienen de universidades tradicionales, que no todos poseen su organismo de forma autónoma, por ejemplo, no todos pueden caminar de manera autónoma o sin preocupaciones.

O que no todos responden a los cánones habituales que han sido construidos como sociedad en cuando a eficiencia, eficacia y responsabilidad en el mundo laboral. No todos somos iguales y jamás los seremos y eso es sumamente positivo y hay que abrazarlo.

Para que esto se lleve a cabo, pues bien, no se debe pensar en nivelar las exigencias “hacia abajo”, sino más bien lo contrario, ser aún más exigentes, porque el considerar a personas diversas en la organización exige a todos un importante grado de empatía, simpatía y aceptación.

Todos los cargos pueden ser ocupados por todas las personas, sólo que hay algunos que tienen condiciones específicas que no permiten que todos lo ocupen.

Las innovaciones tecnológicas permiten que mayor número de personas se incorporen en el mundo laboral de manera plena y eso es enriquecedor, porque al final del día, jugamos todos con (casi) las mismas reglas del juego. De esta manera podemos aspirar al trabajo de nuestros sueños, para lo que nos especializamos, o bien cursar estudios superiores en instituciones que posibiliten la integración, formar familias o cualquier meta que nos propongamos.

 

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