Procrastinación y emociones: ¿Has dejado cosas importantes para después?

Desde hace mucho tiempo que en lo personal vengo luchando con mi propia procrastinación (hábito de retrasar o posponer actividades importantes por otras de menor relevancia o que no son tan prioritarias), que hoy es un tema que todos hemos analizado en nuestro fuero interno y que muchos estamos tratando de poder buscar estrategias efectivas para lograr que nuestro día sea más eficiente y efectivo.

Nuestra productividad debe mejorar y no vivir con esta sensación de culpa, al decir "paso todo el día y siento que no avance en nada". Esto pasa porque somos conscientes que hemos experimentado la sensación de procrastinación en algún momento de nuestras vidas. Si bien anotamos las cosas, nos mandamos mail, la escribimos en nuestra agenda o nos mandamos un mensaje de WhatsApp para recordarnos, aun así caemos en la trampa de la dilación.

La procrastinación puede afectar a personas de todas las edades, desde niños hasta adultos. Sin embargo, entender el mundo emocional subyacente y aprender a trabajar con él puede ser clave para superar esta tendencia.

La procrastinación en adultos

Puede ser resultado de varias causas emocionales. El miedo al fracaso, la falta de motivación o la ansiedad por el rendimiento son solo algunos ejemplos. Es fundamental reconocer y abordar estas emociones para poder avanzar.

Los adultos deben tomar conciencia de sus emociones y comprender cómo influyen en sus patrones de procrastinación. Identificar los miedos subyacentes o las creencias limitantes puede ser el primer paso para superarlos; por ejemplo, "imagina que tienes un proyecto importante en el trabajo que debes completar, pero constantemente lo pospones y encuentras excusas para no comenzar". A medida que reflexionas sobre tu comportamiento, identificas un miedo escondido a fracasar. Crees que, si te enfrentas al proyecto y no obtienes los resultados esperados, serás juzgado negativamente por tus colegas y superiores, lo que podría afectar tu reputación y tus oportunidades futuras.

Debido a este miedo al fracaso, te encuentras procrastinando, posponiendo el inicio del proyecto. Tus creencias limitantes te hacen pensar que, si no comienzas, no puedes fracasar. Sin embargo, al posponer también te impides a ti mismo tener éxito y lograr tus metas.

Algunas de las creencias limitantes pueden ser:

• "No soy lo suficientemente inteligente para lograrlo"
• "Siempre cometo errores, no puedo hacerlo bien"
• "No merezco tener éxito"
• "No tengo las habilidades necesarias para enfrentar este desafío"
• "No puedo superar mis limitaciones"
• "No soy lo bastante bueno/a para competir con los demás"
• "Siempre termino fracasando, ¿para qué intentarlo?"
• "No puedo hacer nada al respecto, así soy yo"
• "Nunca conseguiré lo que quiero, es imposible"
• "No merezco recibir reconocimiento o elogios"

Una vez que nos damos cuenta de que este miedo te está frenando, puedes comenzar a trabajar en superarlo. Desafiar tus creencias limitantes al reconocer que el fracaso es una parte normal del crecimiento y el aprendizaje. Aceptar que cometer errores es una oportunidad para mejorar y crecer te permite enfrentar el proyecto sin el temor constante a fallar.

Identificar y abordar estos miedos y creencias limitantes te ayudará a superar tus patrones de procrastinación y te permitirá tomar medidas hacia tus metas de manera más efectiva. Es importante recordar que superar estos obstáculos puede llevar tiempo y esfuerzo, pero el primer paso de reconocerlos ya es un gran avance.

Aprender a regular las emociones de manera saludable es esencial para evitar la procrastinación. El desarrollo de habilidades como la resiliencia, la automotivación y la regulación emocional puede marcar la diferencia en la capacidad de enfrentar tareas difíciles sin caer en la postergación.

La procrastinación en niños

Enseñar habilidades para la vida, que implican la planificación, la atención plena, entre otros, puede ayudar a las niñas y niños a desarrollar habilidades de organización y gestión del tiempo que puede ser de gran ayuda para evitar la procrastinación. Por ejemplo, establecer rutinas que es lo que muchas veces hemos oído, planificar tareas y establecer metas realistas les brindará estructura y les enseñará a priorizar sus responsabilidades.

Otro factor es fomentar la motivación intrínseca, es decir cultivar la motivación interna en los niños. Ayudarles a descubrir sus intereses, establecer metas personales y celebrar los logros alcanzados los mantendrá enfocados y disminuirá la tendencia a postergar. Como padres poder brindarles apoyo emocional, escuchar sus preocupaciones y enseñarles estrategias de afrontamiento les dará confianza para enfrentar desafíos y evitar la procrastinación.

En lugar de permitir que las pantallas gobiernen nuestro tiempo y el de nuestras hijas e hijos, animémoslos a explorar el mundo real, a desafiar sus límites y a descubrir su potencial, que se aburran que se ensucien, que jueguen con tierra, barro, que canten, bailen que exploren, investiguen, por que sin duda la verdadera grandeza se encuentra fuera de la pantalla, en las experiencias, la interacción humana y el crecimiento personal. Ayudemos a nuestros niños a equilibrar el uso de la tecnología y a aprovechar al máximo cada momento para construir un futuro lleno de logros y satisfacción personal y sin duda también en nosotros como adultos.

El autoconocimiento, la gestión emocional y el fomento de habilidades prácticas son clave para prevenir la procrastinación y promover una vida más productiva y satisfactoria. Como siempre digo, "todo es Educación emocional"

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