La interacción entre academia e industria siempre ha resultado compleja en la mayoría de los países y Chile no es la excepción. Según el informe "Ecosistema de innovación y transferencia de conocimiento en el contexto chileno: Buenas prácticas, nudos críticos y recomendaciones", publicado por la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) en octubre de 2023, "los espacios de diálogo entre academia e industria implican grandes desafíos de interacción permanente y entendimiento mutuo. La investigación científica generalmente requiere de un tiempo mayor a los que maneja la industria, además de poseer mecanismos de comunicación más técnicos".
Por ello, la relación entre ambas partes ha requerido de agentes intermediarios, que sean capaces de entender las dinámicas científicas de las universidades y centros de investigación y al mismo tiempo traducir este lenguaje al mundo industrial, que requiere soluciones más bien rápidas y eficientes.
En nuestro país ese rol lo han cumplido las oficinas de transferencia y licenciamiento (OTL) instaladas en las universidades y, más recientemente, los hubs de transferencia tecnológica cuyo objetivo según la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID) es "aumentar la cantidad y proyección nacional e internacional de los negocios tecnológicos basados en los resultados de I+D generados en universidades y centros de investigación nacionales, con el fin de aumentar la productividad y la diversificación de la economía chilena".
Sin duda que nuestro país ha fortalecido la interacción academia-industria gracias a las OTL y los hubs, con resultados muy importantes como el fortalecimiento del recurso humano, incorporando profesionales y gestores tecnológicos altamente capacitados; el aumento de la transferencia de tecnologías escalables y que apuntan a mercados globales; y el desarrollo de desafíos industriales que catalicen la presentación de propuestas tecnológicas desde la academia para abordar su posible solución.
Sin embargo, necesitamos incorporar a un tercer actor relevante: las empresas de base científico-tecnológica (EBCT).
Según el "Manual para emprendimientos de base científico-tecnológica" de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, se consideran EBCT las "empresas creadas a partir de conocimientos con potencial innovador, surgidos a partir de actividades de investigación y desarrollo (I+D) realizadas dentro de instituciones académicas, científico-tecnológicas, empresas o en colaboración entre ellas".
Las EBCT están llamadas a ser quienes desarrollen innovaciones disruptivas que redunden en nuevos productos y servicios. Paralelamente, las EBCT demandan las capacidades instaladas en las universidades y centros de investigación, como laboratorios, supercomputadores y personal altamente calificado, entre otros, para sus actividades de desarrollo e innovación tecnológica. Así, la intermediación en la interacción academia-industria que realicen las EBCT puede ser muy dinámica y con gran agregación de valor para todas las partes.
De acuerdo al "Segundo estudio de caracterización de los emprendimientos y empresas de base científica tecnológica en Chile" del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación (CTCI) de 2021 existen en Chile 329 EBCT registradas. De ellas, destacan las asociadas a tecnologías biológicas (30%), digitales (25%) y combinación de tecnologías (25%). Mientras, sus equipos están conformados por dos a tres profesionales socios o socias que están activamente involucrados en su gestión (71,5% de las ECBT presenta esta configuración), que tienen un elevado nivel de formación, al que le suman experiencias y conocimientos diversos, no sólo del ámbito académico.
Si bien las EBCT pueden ser empresas dedicadas a desarrollar productos y servicios que lleguen al consumidor final (business-to-consumer o B2C), proponemos en el caso de la interacción academia-industria un enfoque en EBCT bussines-to-bussiness (B2B), lo cual puede fortalecer EBCT proveedoras de tecnología para Chile y el mundo.
Adicionalmente, esta mirada se puede complementar con un programa de inserción de doctores y doctoras en EBCT. Sabemos que hoy más del 80% de los doctores y doctoras trabaja en la academia y sólo 11% se inserta en el sector privado.
Un programa de estas características podría generar dos grandes efectos: por un lado, diversificar la matriz de empleabilidad para doctoras y doctores en nuestro país y en paralelo potenciar a las EBCT como un vehículo poderoso para una interacción academia-industria que realmente sea sinérgica, entregando todo este valor para nuestro país.
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