Coescrita con Carlos Furche, director nacional de INIA Chile
En sus más de 61 años de historia, el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) ha sido un pilar fundamental para el desarrollo de la agricultura nacional. Su contribución ha sido decisiva en ámbitos clave como la generación de variedades agrícolas más productivas y resilientes, adaptadas a las distintas condiciones agroclimáticas del país y alineadas con los requerimientos del mercado local.
El trabajo del INIA ha permitido fortalecer rubros tradicionales como los granos -trigo, avena, cebada y arroz-, así como también cultivos esenciales para la seguridad alimentaria como la papa. Asimismo, ha sido un actor relevante en el desarrollo de una ganadería más sustentable, tanto en la producción de carne como de leche, incorporando criterios de bienestar animal, eficiencia productiva y cuidado ambiental.
En la fruticultura, INIA ha contribuido con tecnologías y nuevas variedades de nuestras principales especies frutícolas, como uva, que tienen una alta importancia económica para el país y son nuestra carta de presentación en el mundo.
Pero no basta con mirar al pasado. Hoy más que nunca, el futuro de nuestra agricultura depende de la capacidad que tengamos como país para innovar. Enfrentamos el desafío urgente de adaptar nuestros sistemas productivos al cambio climático, hacer un uso más eficiente del agua, incorporar biotecnologías, reducir el uso de agroquímicos a través de bioinsumos, y cuidar nuestros suelos y ecosistemas.
También es clave el rol que cumple INIA como curador de los recursos genéticos para la agricultura y la alimentación en nuestro país. Por ello, ha iniciado un proceso de fortalecimiento de su red de bancos de germoplasma, como quedó expresado recientemente con la inauguración del primer Banco de Germoplasma de Papas en Osorno. A esto se sumará, en los próximos meses, la puesta en marcha del primer Banco de Recursos Zoogenéticos de Chile.
Para avanzar seguir avanzando en ese camino, Chile necesita un INIA fuerte, dinámico y flexible, como lo ha sido hasta hoy. Pero además que sea capaz de definir prioridades con agilidad, responder a las demandas concretas de productores y consumidores, y fortalecer su capacidad de transferencia tecnológica para llegar con soluciones efectivas a los territorios rurales.
Desde el Ministerio de Agricultura reafirmamos nuestro compromiso con el fortalecimiento institucional de INIA y con el impulso de políticas públicas que promuevan una agricultura sostenible, resiliente y basada en conocimiento. Solo así podremos enfrentar los desafíos del presente y del futuro, asegurando bienestar para las comunidades rurales y seguridad alimentaria para todo el país.
La agricultura del futuro requiere instituciones que combinen ciencia, innovación y compromiso público. INIA es -y seguirá siendo- una de ellas.
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