Tal como es más o menos conocido pertenecemos al grupo de personas que, desde hace muchos años, hemos sostenido la necesidad de ir corrigiendo el modelo económico social. En particular nuestra preocupación ha estado en la concentración de los mercados, materia en la que el país tiene una posición casi inédita a nivel mundial, tal como lo creemos haber demostrado con la investigación que efectuamos entre el 2014 y 2016 y que se publicó en formato de libro bajo el nombre de “Chile Concentrado”.
Desde que esa investigación se conociera han ocurrido algunas cosas alentadoras que conviene destacar, especialmente porque van indicando una senda que tiene notables particularidades por la forma en que se ha ido llevando a cabo, a veces a tropezones, con actores imprevistos en más de algún caso y también con retrocesos.
Lo importante, es que el tema parece ir formando cuerpo en la sociedad, en el sentido de que podemos tener una mejor economía sin caer en el péndulo de reclamar un estatismo desatado, sino que por el contrario, estableciendo condiciones concretas para que exista una mayor competencia con mejores productos, precios más bajos, mayores actores y con ellos una desconcentración, que aunque parcial de la riqueza, marca tendencias.
Lo positivo en primer lugar, lo constituye lo ocurrido en el sector eléctrico, que sea probablemente el logro más reconocido y concreto del gobierno de Bachelet.
El cambio en la matriz en energía a sistemas de producción más amigables con el medio ambiente, el bajo de precios significativo con los nuevos sistemas de licitación y el desaliento de producciones energéticas muy invasivas del territorio, han puesto a Chile en un lugar de liderazgo indiscutido.
Esos notables logros se ven opacados en el día de hoy, por el intento de aumento en la concentración de lo que fue Endesa, hoy una empresa Italiana, con una filial de aquella en materias renovables, todo lo cual apunta al sentido inverso de lo que se ha venido haciendo.
Tampoco no hay medidas concretas sobre promover competencia sobre las redes de distribución que son un monopolio natural, pero que pueden ponerse a disposición, por tratarse de un bien concesible del Estado, en favor de nuevos actores.
En materia de telecomunicaciones después de muchos años del imperio del triunvirato, y de su posición oligopólica, el Gobierno de Piñera, parece haberse adelantado a los tiempos en relación al futuro que se avecina en materia de utilización de las bandas del espectro que admiten tecnologías más complejas.
Lo más notable en esta misma línea, que la Corte Suprema, con atrevimiento y creatividad, señaló los límites en la forma en que los oligopolistas disponían de los bienes del espectro, con lo cual se coloca a la altura de otros grandes Tribunales que se han atrevido a incursionar en temas que aparentemente solo podían ser resueltos por vías técnicas y por iniciados.
No es la primera vez que el máximo tribunal del país actúa en temas económicos de fondo, pero probablemente este caso sea el más importante en materia propiamente regulatoria, lo que ha hecho decir a más de algún experto que invadió atribuciones de órganos especializados o del Poder Ejecutivo, lo ocurrido es un paso positivo y habla bien de la nueva visión de los Jueces.
Donde no hay buenas noticias es en el mercado bancario, que junto con los anteriores, constituyen los fluidos de la economía actual.
A la concentración bancaria producida por Itaú Corpbanca, se ha producido ahora la del Scotiabank con BBVA, con lo cual el mercado bancario cada vez se restringe a menos actores y los usuarios no ven en ello una ventaja clara ni en los productos ni en los servicios. El oligopolio bancario se va consolidando y eso es una mala noticia.
De lo anterior, podemos concluir que carece Chile de una visión estratégica respecto de sus mercados y que vemos con preocupación cómo a fuerza de algunas intuiciones, decisiones inesperadas o de mirar para el lado, se va estableciendo una arquitectura que nadie parece controlar y que parece no mirar en la perspectiva, el interés general y el desarrollo más armónico de nuestra economía y sociedad.
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