¿Qué pasa con el vino en Chile?

Nos preocupamos de la etiqueta, del maridaje, de su exportación, pero poco sabemos qué sucede con el vino y su producción en nuestro país. A decir verdad, el panorama vitivinícola actual tiene dos caras, lo cual es preocupante.

Se observan buenos índices del precio del dólar, que conlleva a mayores retornos hacia el sector exportador- un 70% de la producción nacional se exporta-, sin embargo la buena racha no toca a los medianos y pequeños productores, que cada día reciben menos utilidades por la producción vitícola y que hasta desconocen el precio definitivo y la clasificación del producto, ya que éste se ciñe por la ley natural del mercado dominado por las grandes empresas que transan enormes volúmenes. Es decir, es casi imposible competir.

El problema de raíz nace por el escaso valor que el mercado le otorga- curiosamente- a la materia prima. Se sabe que la uva representa entre un tres y 10% del costo final del producto. Pero hay más deficiencias y temas por discutir a nivel privado y público, como la calidad de uva vinífera, la rentabilidad del viñedo, la inclusión de variedades de mesa y mezclas, la aprobación de la inclusión de agua en bodega, el grado alcohólico mínimo.

También está la modernización de los productores, ya que hoy existen viñedos que necesitan urgentemente una reconversión, muchos de ellos con problemas sanitarios que no rinden los kilos necesarios ni generan la calidad esperada por el viticultor.

Desde nuestra Corporación Chilena del Vino (CCV) hemos trabajado sobre esto último y creemos que se deben arrancar, al menos, unas 30.000 a 40.000 hectáreas de uva vinífera (correspondiente al 30% de la superficie plantada), las que definitivamente no son rentables.

Por otro lado, nadie discute respecto de la sobreproducción de vinos y el sobre stock existente, lo cual se estima en 300 millones de litros, generando problemas de almacenaje en las distintas bodegas vinificadoras del país para recibir nuevas uvas.

Esto y muchos temas atañen a la pequeña y mediana empresa de la uva y vino, que levanta la industria a nivel interno, la cual genera diversidad, empleo, imagen país e innovación.

Se debe buscar y apuntar como industria al fortalecimiento de todos los actores en la cadena del vino, avanzar en las denominaciones de origen (DO), para que aumenten su capacidad de generar valor y que sirvan de herramienta en la búsqueda de la calidad versus producción, con la implementación de políticas tanto locales como nacionales. Así como también es necesaria la acción fiscalizadora, que apunte a la protección del patrimonio vitícola del país, evitando los “ruidos” como la inclusión masiva de variedades sin DO, por ejemplo.

La importancia del gremio en estas discusiones es primordial y la comunicación con las asociaciones vitícolas locales; así mismo su rol para fortalecer el sector y nuestro mercado interno, para desarrollar una industria responsable, en lo social, económico y ambiental, que cuide nuestro patrimonio nacional: el vino.

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