La era digital ha llegado, y no hay forma de retroceder. Todos los días usamos la tecnología en alguna parte de nuestras vidas, ya sea para estudiar, distraernos o trabajar. El uso de la tecnología está en auge porque ayuda a las personas y empresas a ahorrar tiempo y dinero. ¿Te imaginas poder trabajar y generar los mismos ingresos sin salir de casa?
El teletrabajo adopta esta necesidad y se define como la actividad laboral realizada fuera del lugar de trabajo habitual, utilizando medios telemáticos o informáticos para interactuar con otros colegas o empleados (entre ellos, por ejemplo, correo electrónico). El teletrabajo permite al trabajador mejorar su calidad de vida, ya que no está obligado a viajar desde su casa hasta el trabajo y viceversa. También permite tener mayor flexibilidad con el horario de llegada y salida, así como con las horas de descanso y comidas. A la vez, muchos beneficios generan la estrategia de modalidad mixta.
¿Qué pasó post pandemia? La mayoría de los trabajos fueron disminuyendo sus posibilidades de continuar ofreciendo teletrabajo, sobre todo en labores que perfectamente podrían realizarse en este formato. A pesar de que esta modalidad llegó para quedarse, no se ha fortalecido todo lo necesario, lo que podría ser muy provechoso para mujeres que no tienen opción de desempeñarse en trabajos de manera presencial, o al menos por mucho tiempo. Generalmente, por el cuidado de los hijos.
El encierro de 2020 fue duro, pero nos ofreció la posibilidad de dar mayores posibilidades en el ámbito laboral que no hemos fortalecido lo suficiente. Quizás por idiosincrasia, pero es una herramienta a la cual sacarle provecho, como anuncié durante 2018 en una columna relacionada. El mundo público también debería considerar esta opción de manera contundente y en los casos que amerite, con el fin de compatibilizar la exigente vida familiar y laboral. Al entregar opciones al padre en este sentido, potenciamos su presencia en la crianza, desarrollo académico y colaboramos en la necesidad de exploración laboral que requieren las madres que así lo desean.
Así se desprendió de un estudio de la Cámara de Comercio de Santiago a fines del año pasado, evidenciando que quienes se mantienen trabajando en modalidad totalmente remota, en tanto, se estabilizan en torno a 10%, lejos del 31% de mediados de 2021; en tanto que la modalidad mixta se situaría cerca de 15%. Con estos antecedentes, 25% permanecería en alguna forma de teletrabajo (total o parcial), dejando atrás el 51% del segundo trimestre de 2021.
A nivel global, diversos estudios sitúan el porcentaje de personas que se mantiene en esquemas de teletrabajo en un amplio rango, entre 10 y 40 por ciento. En Estados Unidos, por ejemplo, se estima que alcanza a 29%. En Gran Bretaña, en 38%.
La OMS señala que la emergencia sanitaria por Covid-19 terminó oficialmente el pasado 5 de mayo de 2023. Pero eso no significa que el coronavirus u otras enfermedades hayan desaparecido: podría haber una nueva pandemia en el próximo tiempo y debemos estar preparados para ella.
En nuestro país, las mujeres participan cada vez más en el mercado laboral y, aunque la diferencia entre las tasas de empleo masculinas y femeninas siguen siendo más pronunciadas en comparación con la OCDE, no es necesariamente mayor que la de otros países latinoamericanos. Un fomento en el teletrabajo podría ayudar a disminuir esta problemática.
En Chile, al igual que otros países de América Latina y el resto del mundo, queda mucho por hacer para reducir las brechas de género y garantizar los beneficios de una distribución más equitativa del trabajo remunerado y no remunerado para el bienestar familiar y el desarrollo del capital humano. Las mujeres chilenas son menos propensas a trabajar de forma remunerada, especialmente a jornada completa.
Esta desigual distribución del trabajo remunerado y no remunerado no es simplemente un intercambio equitativo por medio del cual las mujeres intercambian una "unidad" de trabajo no remunerado por una "unidad" de trabajo remunerado con sus parejas. De hecho, en toda la OCDE, pero aún más drásticamente en Chile y América Latina en general, la carga de trabajo total de las mujeres -es decir, el total de horas de trabajo remunerado y no remunerado combinadas- supera a la de los hombres por un amplio margen. Además, las desigualdades de género varían mucho entre grupos socioeconómicos -entre generaciones más jóvenes y mayores, zonas urbanas y rurales, poblaciones indígenas y no indígenas y hogares con dos padres y monoparentales.
Me parece momento de avanzar en el concepto del teletrabajo, que pueda ayudar a disminuir esta brecha y fomentar de mejor manera, la vida familiar.
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