En su estilo habitual de mucho ruido y pocas nueces, parlamentarios de la UDI han solicitado que se ponga urgencia al proyecto de ley "Aula Segura 2.0", optando nuevamente por un camino que en nada contribuye a prevenir o disminuir los episodios de violencia que hemos visto al interior de los establecimientos educacionales.
La solución de esta problemática es tan urgente como compleja, y por eso las medidas simples y rimbombantes deben ser miradas con desconfianza. Sin embargo, a pesar de su erróneo planteamiento, es una oportunidad para abrir el debate y poder realizar algunas reflexiones acerca de las estrategias y políticas públicas para abordar la violencia escolar.
En primer lugar, que no quede espacio para la duda: los graves hechos que hemos visto desde el retorno a clases presenciales deben ser investigados y sancionados. La quema de micros, la destrucción de infraestructura escolar o las agresiones a profesores y compañeros no son tolerables y se deben utilizar todas las facultades y mecanismos existentes para que estos hechos no queden impunes.
En segundo lugar, el meollo del asunto: que un niño, niña o adolescente opte por la violencia ¿es un hecho fortuito? ¿O existen condiciones y causas que explican lo que está pasando? Y si existen estas condiciones o causas ¿se pueden prevenir o es inevitable lo que estamos viviendo?
No nos podemos conformar con medidas individuales de control o sanción que actúan una vez que el hecho está consumado. Lo que se ha hecho no es suficiente. Necesitamos adoptar políticas públicas que eviten que niños, niñas y adolescentes opten en un futuro por la violencia. La construcción de una paz duradera depende de esto.
La tarea no es fácil. Para superar las secuelas que la violencia estructural o un entorno agresivo pueden generar en los estudiantes se requiere de una estrategia planificada que abarque todos los niveles de la comunidad educativa. Una labor conjunta entre las autoridades del Ministerio de Educación y los sostenedores, equipos de gestión escolar, profesores, equipos de apoyo psicosocial y estudiantes puede ser un primer paso. Crear esta mesa de trabajo es urgente.
Al final, de lo que se trata es de construir un clima escolar favorable al aprendizaje y al buen trato democráticamente construido y en que cada miembro de la comunidad educativa tiene un rol que jugar. De lo que se trata es de tener una comunidad más feliz; no olvidemos que el presente y futuro de Chile comienza por los niños, niñas y adolescentes.
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