Hoy más que nunca nos hemos dado cuenta de la importancia del trabajo que hacen nuestros profesores y profesoras. Debido a la pandemia, muchas madres y padres han tenido que suplir esas tareas en casa. Y varios me dicen: ¡Por Dios que es difícil!
Claro, los profesores son parte muy importante en la vida de nuestros niños y niñas, no solo les enseñan contenidos, sino que también deben motivarlos y entregarles valores y herramientas que les permitan desarrollarse integralmente.
Educar no es fácil, un profesor no deja de serlo cuando se termina la clase. Los profesores tienen habitualmente una dura jornada, y hoy en día, con las clases telemáticas, ha sido aún más exigente para ellas y ellos. Pienso no solo en los profesores de nuestra comuna, sino a lo largo del país.
En las zonas rurales y en los lugares más vulnerables donde la conectividad de internet no es la mejor, o donde los niños no tienen acceso a un computador, los y las profesoras han dado muestras de creatividad y vocación a toda prueba para poder llegar a sus estudiantes; en muchos casos llamando de sus celulares personales, imprimiendo guías de estudio y muchas veces caminando a sus casas a dejarlas.
Pienso que esta pandemia y confinamiento nos ha obligado como sociedad a mirar de un modo nuevo, y en esta nueva mirada aparece con fuerza la valoración del trabajo cotidiano de los y las profesoras en la sala de clases.
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