Esperanzar para transformar la educación
El 24 de enero se celebra el Día Internacional de la Educación, durante el cual gobiernos y organizaciones internacionales, así como entidades de la sociedad civil, instituciones de educación superior y establecimientos educacionales, presentan sus análisis, perspectivas, proyecciones y desafíos para el período dentro del marco de la Agenda 2030. Uno de los aspectos destacados será siempre la imperiosa necesidad de invertir en un financiamiento público estructural y basal, tanto en la primera infancia como en trayectorias educativas a lo largo de toda la vida. También está la necesidad de fortalecer los aprendizajes integrales, disminuir las brechas en los aprendizajes y fomentar la participación de todos y todas las niñas, niños y jóvenes. Además de las reflexiones y compromisos siempre necesarios, se deben co-construir estrategias y acciones hacia y desde el sistema educativo para lograr ser más democráticos, equitativos, accesibles, inclusivos y justos, con el propósito de preparar a la sociedad para los desafíos dinámicos del siglo XXI.
En Chile tenemos diagnósticos con evidencias y datos claros compartidos. En la discusión en el último mes, se puso en el centro los resultados de la evaluación PISA y también los resultados que entrega la PAES. Los resultados del informe PISA, más allá de las diversas interpretaciones, dan cuenta de la necesidad de mejorar y acelerar el proceso de implementación de las reformas educativas y la innovación pedagógica en las aulas. Así también, se debe tener en cuenta la importancia y el rol del profesorado en el aprendizaje y la valoración social de la profesión docente desde su proceso de las prácticas formativas. Con la PAES, se deja de manifiesto la radiografía que tanto nos duele, la segmentación y la dispersión de puntajes en relación con el tipo de establecimiento, ubicación y financiamiento. Más allá de los datos, no debemos olvidar que está el sentir del estudiantado y su familia, en los sueños de su futuro profesional, la injusticia y segregación que estas estadísticas revelan.
Podemos seguir generando interpretaciones a los resultados de las evaluaciones estandarizadas a nivel nacional o internacional. Sin embargo, lo relevante es traducir los datos para una gobernanza educativa en un liderazgo activo y trasformador, que nos permita entender el problema central en el presente y su proyección hacia el futuro. Debemos reactivar buscando el sentido de la transformación educativa y social.
En nuestro país, es necesario un enfoque transformador en la educación, desde un nuevo "pacto social", en donde sean parte activa y participativa las actorías del sistema educativo, no solo desde el diagnóstico e implementación, sino que también en el desafío de soñar y co–construir las estrategias de transformación, que desde un pupitre del aula de clases llegue a un escritorio y mesa de trabajo para ser parte de la política educativa. Por lo tanto, es necesario adoptar una visión de Estado para que la educación sea un asunto político nacional y se implementen innovaciones con la participación implicada de las comunidades educativas.
La comunidad internacional, reunida en el marco de la Reunión Extraordinaria de ministras y ministros de Educación de América Latina y el Caribe, cuyo lema es "Del compromiso a la acción", brinda una oportunidad para impulsar las transformaciones en el sistema educativo. Además, el presidente Gabriel Boric ha asumido la co-presidencia 2024-2025 del Comité Directivo de Alto Nivel del ODS-4 sobre la garantía del derecho a la educación. En consecuencia, tenemos una valiosa oportunidad para forjar una educación de calidad para todas las personas en su trayectoria educativa. El llamado es a dar prioridad a lo que es urgente e importante, así como a tomar decisiones sobre cómo reactivar el sistema mediante políticas transformadoras desde, con y para las aulas de todos los niveles educativos.
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