Con el correr de los años habremos notado la rápida evolución y posición que han tenido los teléfonos celulares. Permiten editar archivos, enviar documentos, interactuar en redes sociales, escuchar música, y también efectuar llamadas telefónicas. Sin embargo, es interesante reflexionar si se está dando un buen uso de estos aparatos tecnológicos en contextos educativos. En nuestro país el uso de celular prácticamente no está normado. No existen mayores regulaciones y en muchos casos depende de algunos establecimientos o de las reglas del docente para establecer un correcto uso. A pesar de esto, algunos establecimientos educacionales han prohibido el uso del celular al interior de sus aulas motivados principalmente por la importancia de conversar con un otro, aprovechar los espacios de interacción y propiciar una comunidad participativa y conectada entre sí.
Pero, ¿cuáles son los impactos del uso del celular en el aprendizaje? Se ha reportado en la literatura científica que el uso de celulares en establecimientos educacionales no aporta al aprendizaje y dificulta las relaciones interpersonales, perjudicando el aprendizaje y la socialización, junto con una evidente adicción a las redes sociales debido a la instantaneidad predominante. El uso del celular interviene la creación de espacios enfocados a las interacciones sociales donde fluyen las experiencias y se promueven ambientes que propician el diálogo, el entendimiento y la reflexión. Al relacionarse a través de plataformas tecnológicas se deja de lado el espacio para la contemplación y el momento presente.
No menos importante, la radiación electromagnética que emiten los teléfonos celulares inciden en los tejidos de la cabeza lo que se absorbe y transforma en calor. Las radiaciones que emiten estos equipos en muchos casos provocan síntomas tales como dolores de cabeza, nerviosismo, insomnio, vértigo, por nombrar algunos. También se ha reportado que el uso del celular incide en la falta de concentración, produce ansiedad e incluso en algunas personas lagrimeo de ojos. Otros estudios indican que el uso excesivo de teléfonos celulares y sus aplicaciones incidirían sobre la memoria, pues los lóbulos temporales de la memoria están localizados precisamente en la zona donde las personas sujetamos nuestros teléfonos celulares.
Por otro lado, al observar desde una perspectiva socio-pedagógica el fenómeno del uso prácticamente descontrolado del celular en contextos educativos y las interacciones de convivencia entre estudiantes y docentes, emergen nuevos elementos que enriquecen la reflexión y el análisis. Instancias de aburrimiento o desinterés de los estudiantes por estrategias metodológicas poco actualizadas o contenidos poco vinculados a situaciones reales, negociaciones entre docentes y estudiantes que no llegan a acuerdo o regulaciones del uso del celular prácticamente nulas, junto a malos resultados evidenciado en tasas de reprobación de asignaturas o rendimiento académico, pueden ser luces para destrabar la carencia de diálogo en el aula.
La actitud de los estudiantes está en constante cambio, al igual que la concentración en sus estudios durante una clase. Los tiempos actuales nos muestran la necesidad de incorporar nuevos recursos en las aulas de manera de cautivar la atención de nuestros estudiantes y mostrarles -como decía Varela- que la vida aparece ante la mirada. Pero, al mismo tiempo, es necesario relevar que el aprendizaje requiere de tiempo, necesita de la reflexión y maduración de elementos de manera que sea significativo, pues en estos contextos, la educación instantánea no es la app de estos tiempos.
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