Más allá del debate político en torno al control hacia las y los adolescentes, los recientes hechos nos plantean una oportunidad tremendamente importante para apoyar a los padres en el desafío, nada fácil, de criar a adolescentes.
Ver a los hijos adolescentes relacionarse progresivamente con el mundo externo a la familia, con todos los riesgos y desafíos de los que estamos siendo testigos, es angustiante. Hoy los padres no pueden “poner barreras” para que sus hijos no se expongan a riesgos, acciones, a contenidos o información inapropiada para su edad ¡Muchas veces ni siquiera conocen todos los riesgos!
Pero los padres, o cualquiera que está cumpliendo ese rol hoy, no necesariamente tienen modelos o ejemplos de quienes aprender. ¿Sirve repetir cómo ellos fueron criados?
Esta confusión y miedo muchas veces se expresa en dos polos: reaccionando de forma autoritaria, prohibiendo, con infinitas discusiones y peleas, erosionando la relación con sus hijos; o reaccionando de forma laxa, extremadamente permisiva, sin guiar a sus hijos, “cruzando los dedos” para que no ocurra nada grave. En ambos casos, los hijos quedan solos, sin la guía, cercanía y confianza de los adultos.
Uno de los grandes desafíos de la crianza de adolescentes es acompañarlos en ir desarrollando autonomía (hacer las cosas por sí mismos, tomar sus decisiones), mientras van desarrollando responsabilidad, aprendiendo las consecuencias de sus acciones, a cuidarse y manejar los riesgos. Los padres no tienen por qué ser expertos en riesgos, pero sí pueden acompañar y aprender juntos, estableciendo una cercanía y comunicación que así lo permita.
Pero, si los padres no pueden necesariamente repetir la crianza que recibieron ¿de quién aprenden?
Para eso existen programas como Triple P- Programa de Parentalidad Positiva, basados en investigaciones, en los que se capacitan profesionales locales de distintas disciplinas, para ir encontrando, junto a los padres, las estrategias de crianza que sirven para su caso particular. Nos encantaría que muchos padres pudieran tener acceso a este tipo de apoyo, para ir encontrando una forma positiva de criar a sus hijos en los tiempos actuales.
Hoy, cuando los adolescentes nos muestran a gritos que necesitan guía y confianza, es importante que podamos apoyar a sus padres.
Mientras pensamos en la educación que queremos que tengan, resolvemos su acceso a las prestaciones de salud (incluida salud mental) y discutimos sus espacios de participación, apoyemos a quienes físicamente los tienen más cerca, para que puedan desarrollar la cercanía emocional que les permita acompañarlos y guiarlos en su desarrollo.
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