OCDE: ¿Nos sorprenden sus resultados?

Recientemente se publicaron los resultados OCDE que evalúan las competencias en personas de 31 países, incluyendo Chile, que obtuvo bajas puntuaciones en comprensión de textos, matemáticas y resolución de problemas. Específicamente, los resultados dan cuenta de que 44% de los adultos chilenos tiene competencias insuficientes en estas áreas, una cifra alarmante pero que al mismo tiempo invita a la reflexión respecto a lo que ha estado ocurriendo el último tiempo.

En el año 2012 un reporte, también de la OCDE, mostraba que uno de cada cuatro chilenos no era capaz de resolver ejercicios básicos de matemáticas, instalando a nuestro país con los peores resultados en educación en aquella medición. En dicho informe se indicaba que los estudiantes chilenos contaban con un bajo nivel de competencia y aptitudes necesarias para resolver problemáticas que requirieran de aritmética básica, situación similar a países como México, Bulgaria y Rumania, resultados que fueron etiquetados como particularmente alarmantes.

Tiempo después, a fines del año 2022, cuando se informaron los resultados de la prueba Simce, también ocurrió un fenómeno interesante, pues los cuartos básicos promediaron 250 puntos, 10 menos que en 2018; mientras que los segundos medios obtuvieron un puntaje promedio de 252 puntos, 12 menos que la medición anterior e igual al resultado obtenido en año 2006. En efecto, los resultados que reportan este tipo de mediciones son particularmente alarmantes. El año pasado se reportaba que 54% de los estudiantes chilenos se instaló en la categoría de insuficiente, lo que se traducía en que 196 mil escolares no alcanzaron lo mínimo esperado para matemáticas.

Pienso que estos resultados más que sorprendernos debieran darnos luces para avanzar en un cambio de paradigma en la educación. Podríamos comenzar por hacernos cargo de las malas prácticas que afectan el aprendizaje, como el uso de celular. Y es que el uso de celulares en las salas de clases (así como en diversos contextos) normalizado en gran parte, es un factor que considero importante, por ejemplo, cuando una de las dimensiones que la OCDE señala en su informe tiene que ver con la comprensión, proceso que requiere tiempo, asimilación y es precisamente lo que no se logra al estar horas frente a una pantalla, donde los estudiantes buscan lo contrario, lo instantáneo. Si bien algunos colegios han prohibido su uso, en las universidades este fenómeno está casi descontrolado, situación que ha mermado la posibilidad de reflexionar, interactuar y fomentar el diálogo y el encuentro en clases.

También pienso que se debiese incorporar en la discusión el rol de otras variables que intervienen en el aprendizaje, tales como el clima escolar, las dimensiones afectivas, los rasgos de personalidad y las interacciones cooperativas. Investigaciones recientes han aportado en esta materia al evidenciar las relaciones directas e indirectas que existen entre la cooperación, la afectividad y los rasgos de personalidad, con el rendimiento académico. Pienso que se debe avanzar en ajustes metodológicos que propicien un aprendizaje social, donde se incorporen elementos socioafectivos, así como instancias de reflexión y problematización donde se fomente el diálogo, la cooperación y la participación de nuestros estudiantes, lo que debiera ser un camino para así mejorar estos resultados.

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