¿Por qué incomoda el proyecto de las Universidades públicas?

Independiente de su calidad, en Chile contamos con tres tipos de universidades: públicas, privadas del Cruch y privadas. El proyecto de ley presentado al Parlamento dice relación sólo con las 18 instituciones públicas,  aquellas cuya responsabilidad, propiedad y control corresponde a todos los chilenos a través del Estado. Es decir, su dueño toma iniciativa sobre instituciones que le son propias.

El proyecto es parte de la reforma de la educación superior que impulsa el Gobierno, en el marco del fortalecimiento de la educación pública ofrecido explícitamente al país en su Programa. Es decir, su envío responde a una promesa anunciada y difundida.

Complementariamente, hay un proyecto de ley sobre educación superior debatiéndose en el Congreso. Es decir, hay también una mirada con iniciativas para el conjunto del sistema de educación superior.

Como esos tres ejes son pertinentes a la materia, están impulsados por organismos facultados para hacerlo y cuyas iniciativas son correspondientes con los anuncios políticos, entonces, es hora de preguntarnos ¿por qué incomoda la Ley de universidades públicas?

Se han dado variados argumentos que disfrazan básicamente algunas razones no declaradas.

Desde la trinchera ideológica, molesta a los que asignan al Estado un rol mínimo, llevado casi al delirio de lo decorativo. Más de alguien imaginó a Chile sin universidades públicas, porque “otros oferentes podrían prestar el servicio”.

Desde las reglas de la simple competencia, molesta a los competidores en cada territorio cuando imaginan los posibles avances de la institución pública local. Es un mero interés comercial derivado de la amenaza por la “cuota de mercado”.

Desde la lucha por la supremacía de las ideas matrices para la configuración de la sociedad, molesta a quienes piensan que aquella es la simple suma de los esfuerzos individuales o de pequeños grupos que controlan algunas de las variables claves como la economía, la tecnología y la producción de bienes culturales.

Por cierto, el asunto es de otra altura porque para avanzar hacia un país más descentralizado, una sociedad más integrada y una economía más competitiva, es decir, para alcanzar el desarrollo, necesitamos de un sistema de universidades públicas de alta calidad académica y científica, de gestión moderna y al servicio de los desafíos nacionales desde los territorios.

Todo ello con rendición de cuenta pública, transparencia y total autonomía para la formulación de su modelo educativo, para el desarrollo de las disciplinas que cultiva y para la definición de sus autoridades en los distintos estamentos que la integran.

Para tener un Chile que sea más CHILE para todos, las universidades públicas son instituciones estratégicas.

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