Con diferentes focos de análisis y énfasis se ha ido interpretando y comprendiendo los alcances del Informe de Diagnóstico “Todos al Aula”, sobre los efectos de la implementación de fundamentales leyes, decretos, reglamentos e instructivos en el contexto de la nueva institucionalidad del sistema escolar chileno.
La problemática del diagnóstico que aborda dicho informe es de larga data y tradición en las organizaciones escolares y, por lo demás, bien internalizada, padecida y sufrida por docentes y directivos escolares, en sus cotidianas prácticas pedagógicas y directivas.
Referimos, ni más ni menos, a la priorización de la actividad administrativa por sobre los diversos, múltiples y sustantivos procesos que conducen a un aprendizaje profundo de niños, niñas y jóvenes en una institución educativa.
Así, la excesiva presión por lo administrativo y asfixiante burocratización de procesos que preceden y suceden, posteriormente al desarrollo de una lección de clase y/o de un conjunto de éstas en el contexto de la implementación de una unidad didáctica o en el caso de la función directiva, cuando se reiteran y multiplican, por diversas agencias, requerimiento de una misma información administrativa al director(a).
Al parecer, tal gestión administrativa en jardines, escuelas y liceos en Chile, se agudiza con la nueva institucionalidad. De este modo, más que organizar la enseñanza y reflexionar profesionalmente sobre ella y su mejora, gran parte de las energías, tiempo (40 a 80%) y capacidades de directivos docentes se concentrarían en responder a nuevas y múltiples demandas de información y cumplir a cabalidad con diversos protocolos y listas de evidencias.
Algunas perspectivas de opinión, señalan que gran parte de esta problemática, se debe al alto grado de desconfianza que se ha ido generando fruto de la crisis valórica y ética de las instituciones en Chile y, por otro, el nivel de recursos que por diferentes normativas han ido focalizándose en las unidades educativas y la siempre sospecha sobre sus usos.
En cambio, otras perspectivas de análisis sitúan el asunto en una evidente desarticulación de la política educativa, en sus instrumentos, procedimientos y coordinación para comprender la realidad organizacional y conformación, en cuanto a números de estudiantes, directivos y docentes, de jardines, escuelas y liceos en Chile. Cabe precisar, como dato ilustrativo, que más de la mitad de éstas poseen a lo más 200 estudiantes.
Es paradójico, que uno de los Sistemas Educativos de América Latina con mayor capacidad de información evaluativa, socio educativa y económica, sea débil en advertir en la construcción de la política que las organizaciones escolares son de naturaleza contextual (o situada) y, por otro, muy diversas cultural y orgánicamente.
Con lo cual, tanto la política educativa nacional, regional y local, sobre todo en un contexto de una gran reforma educativa, debería contemplar tal naturaleza de identidad.
Igualmente, llama la atención que cuando se genera política en educación se minimice, en el diseño de éstas, componentes claves de implementación (en algunos casos también de evaluación) asociadas a la articulación de éstas en una perspectiva sistémica.
Más aún, cuando existe bastante evidencia internacional y desde la práctica escolar (en ocasiones ignorada), de la relevancia que cobra el enfoque de liderazgo sistémico, es decir, la capacidad para comprender que el todo es mucho más que la suma de partes aisladas y sus interdependencias; para abordar complejidades tanto de organismos que operan con racionalidades muy distintas, como lo es la de fiscalizar frente a otras, que buscan la evaluación para la mejora.
Si bien, como señal, referir “Todos al aula”, expresa un sentir mayoritario por dar protagonismo al espacio educativo esencial para la calidad de la formación de niños, niñas y jóvenes, no es menos cierto, que poco se repara, con un sentido de auto crítica, en la calidad del diseño de las políticas educativas, sobre todo, en el componente de implementación y articulación de éstas.
Asimismo, existe poca evidencia que en tal tarea se observen visos de aprendizaje organizacional en agentes e instituciones del sistema, que posibiliten, de manera efectiva, que la función directiva escolar focalizada en procesos de aprendizaje (liderazgo pedagógico y distribuido) tenga la máxima prioridad en el quehacer escolar.
Finalmente, uno de los aspectos determinantes en la calidad de las organizaciones escolares, de cara a su mejora, es sin lugar a dudas es el desarrollo sustentable de sus capacidades con una perspectiva más de su riqueza socio cultural e historia, más que del déficit.
En este sentido, el aprendizaje tanto del sistema, sus agentes e instituciones es lo que contribuirá a tener instituciones más efectivas y felices. Por tanto, más que referir “Todos al Aula”, desde una racionalidad pedagógica-educativa, deberíamos referir “Todos por el Aprendizaje”.
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